Paralelos en el derecho a ciudadanía por nacimiento

El recién dictamen del Tribunal Constitucional Dominicano (TC), negando la ciudadanía a inmigrantes de ascendencia haitiana aun cuando nacieron en la Republica Dominicana tiene paralelos históricos con uno de los peores dictámenes de la Corte Suprema de los Estados Unidos: el caso del esclavo Dred Scott en el siglo 19.

El TC dictaminó que los obreros haitianos que llegaron al país al principio del siglo 20 eran personas “en tránsito”. Teoréticamente cabe esa posibilidad durante los principios de la migración haitiana. Pero en aceptar el artículo 11 en todos sus sentidos la corte rechazó el derecho a ciudadanía por nacimiento en ese país caribeño y puso a la República en una posición contraria a las normas de ciudadanía de los Estados Unidos donde la diáspora dominicana ha vivido por décadas, algunos de ellos indocumentados.

El derecho a ciudadanía por nacimiento no es un derecho universal. El derecho de cada nación soberana en definir su ciudadanía es inalienable. En eso la República Dominicana tiene razón. Sin embargo, la medida retroactivas se tiene que asesorar por medio de tratos internacionales y el derecho humano internacional. Eso es otro asunto donde el racismo contra los haitianos, por ser negros, tiene serias implicaciones.

En los Estados Unidos el derecho a la ciudadanía se desarrolló en el siglo 19 y sigue restante pero amenazado hoy día. Más importante es el hecho que se tuvo que formar y terminar una guerra civil para abolir la esclavitud para después establecer el derecho de que cada persona nacido en los Estados Unidos es ciudadano americano. Hasta ese momento histórico, el caso de Dred Scott tuvo mucho que ver con los conceptos de ciudadanía americana.

Scott, hijo de esclavos africanos traídos al nuevo mundo por la fuerza, nació en los Estados Unidos. Según las normas estatales en esa época, el hecho que nació en este país no lo convirtió en hombre libre. Al demandar en las cortes federales por su libertad la cuestión preliminar era si la corte tenía la potestad de oír casos de personas que no eran ciudadanos americanos y que no fueran blancos. Scott aun siendo negro, reclamo que era ciudadano por el mero hecho que nació aquí. La Corte Suprema desestimo su demanda en una de las decisiones más racistas en la jurisprudencia americana. El negro no goza de ningún derecho que cualquier blanco tiene que respetar, notó la Corte. También determinó que nacimiento por sí solo no conlleva ciudadanía.

Al concluir la Guerra Civil, el país ratificó la enmienda 14 de la constitución, que establece el trato igualitario a cada persona. No necesariamente cada ciudadano en el país entero. La misma enmienda establece la fundación para el derecho a ciudadanía por nacimiento. Al fin y al cabo el país tuvo que sufrir por una guerra civil para eliminar por siempre, el dictamen en el caso de Dred Scott. No debemos ignorar el paralelo histórico de estas dos decisiones de los tribunales. También se prohíbe olvidar que en cada caso el racismo contra los seres de raza negra está en el tapete.

Más allá de la isla quisqueyana, el fallo de su corte puede tener implicaciones en el debate de reforma inmigratoria de este país. No es secreto que sectores del movimiento derechista quieren eliminar el derecho de ciudadanía por nacimiento. No es, ni será, la última vez que líderes de nuestro país sueñan con retroactivamente redefinir quien es, y no es, ciudadano americano. Y de ahí viene el último paralelo transnacional entre la política americana y la de la Republica Dominicana.

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