El grito de gol del Maracanazo llegó 63 años después (Video)

Los uruguayos que colmaron el estadio Centenario ayer en la clasificación al Mundial de Brasil le rindieron homenaje a Edgardo Ghiggia

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Crédito: Copyright 2012 SA LA NACION | Todos los derechos reservados

MONTEVIDEO.- Ayer el silencio y la sorpresa; ahora el grito a coro y la emoción prolongada. Curiosa ceremonia que se vivió anoche en el Estadio Centenario como homenaje a uno de los héroes celestes del Mundial de 1950 en Brasil.

Alcides Edgardo Ghiggia, ahora a punto de cumplir 87 años, pudo escuchar ayer el grito de su gol que no escuchó en aquella final del Maracaná. Por aquella vez, cuando partió sin freno al arco de Barbosa, no hizo el centro al área y pateó con el alma contra el arco rival. La pelota rebotó en la red y no hubo un grito. Solamente abrazos emocionados en silencio, entre el puñado de uruguayos que asombraban al mundo de fútbol y terminaban con la fiesta preparada por el anfitrión.

Silencio total en el Maracaná, llantos en el público, y nada más.

Pero ayer, Ghiggia, con la celeste puesta y el número 7 en su espalda, parado en el medio del Estadio, vio otra vez el video de aquel gol en el placar de la Tribuna Colombes, y escuchó como la hinchada celeste sacaba de las gargantas un grito gol que demoró 63 años.

Fue casi una hora antes del partido entre las selecciones de Uruguay y Jordania; la idea surgió en una agencia de publicidad y se concretó anoche: que Ghiggia pudiera escuchar a todo un Estadio gritar su gol con el que silenció a todo Brasil.

“Fue una jugada que hacíamos con mi compañero de ala y amigo, Julio Pérez”, contó el extraordinario delantero que brilló en Peñarol de Montevideo y luego en el Roma y Milan de Italia, así como en la selección de ese país.

“Yo se la tocaba, el me dejaba picar y me la tiraba larga, atrás del lateral izquierdo. Pero cuando arranqué me di cuenta que dejaba atrás a Bigode y el zaguero izquierdo no llegaba al cierre; fue cuando apareció Míguez por el medio gritándome, “pasámela, dale…”.

Pero no le hizo caso. Uruguay perdía uno a cero y el empate le daba la Copa del Mundo a Brasil. Había empatado el exquisito Juan Alberto Schiaffino y faltaban 10 minutos para el final. Diez minutos para la gran fiesta que había preparado Brasil.

Y pateó al arco. La pelota se metió contra el palo y el Maracaná quedó mudo.

En el festejo, Miguez le seguía reprochando: “no me oíste, te la estaba pidiendo, ¿por qué no me la pasaste?” Así eran aquellos tigres.

Alcides, sonriente, le respondió: “Omar, dejala ahí, que ahí está bien”.

Minutos después, sin fiesta, los celestes levantaban la copa del mundo. Y ayer, 63 años después, la hinchada gritó aquel gol con Ghiggia en el medio de la cancha.

Y el puntero se fue saludando a los vestuarios, ovacionado, con la emoción de veteranos que escucharon aquella final por radio y por botijas que se criaron escuchando los cuentos de aquella hazaña.

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