Nuevo alcalde de Nueva York ante crisis fiscal

La crisis más inmediata de De Blasio es la que tendrá con los sindicatos

El alcalde electo anunciando su equipo de transición en la carpa donde se llevó a cabo  "Hablemos de transición", una iniciativa que dió voz a las preocupaciones de los neoyorquinos ante un nuevo gobierno municipal.

El alcalde electo anunciando su equipo de transición en la carpa donde se llevó a cabo "Hablemos de transición", una iniciativa que dió voz a las preocupaciones de los neoyorquinos ante un nuevo gobierno municipal. Crédito: EDLP

Nueva York — El alcalde electo de la Ciudad de Nueva York, Bill de Blasio, tomará posesión a su cargo en enero con un mandato que busca cambios progresistas. Sin embargo, una crisis fiscal amenaza con descarrilar su agenda antes que comience.

El nuevo alcalde demócrata tendrá que lidiar con los crecientes costos de beneficios de salud de los empleados de la alcaldía. Tendrá que afrontar una frágil recuperación después de la recesión y, potencialmente, una fuerte reducción en la ayuda vital suministrada a Nueva York por el gobierno estatal y federal.

Pero la crisis más inmediata de De Blasio es la que tendrá con algunos de sus más firmes aliados: los sindicatos laborales. Por años, los 300,000 miembros de la fuerza laboral municipal han estado trabajando con contratos vencidos negándose a negociar con el alcalde saliente, Michael Bloomberg, con la esperanza de llegar a un acuerdo más favorable con la gestión de De Blasio.

Los líderes sindicales piden aumentos actuales y retroactivos, un pago global que podría ascender a $7,000 millones, que equivale a casi un 10% del total de los $72mil millones del presupuesto de la ciudad, según cifras de la Oficina de Presupuesto Independiente (IBO).

“No hay duda que este es el problema fiscal más grande que el alcalde entrante enfrenta”, advirtió George Sweeting, director adjunto de la IBO. “Tendrá un impacto en todo lo demás”, agregó.

Si De Blasio accede a las demandas de los sindicatos, su lucha para financiar los aumentos tendría consecuencias graves e inmediatas.

Presupuestos del gobierno se verían reducidos

También afectaría servicios vitales, desde la recolección de basura, contratación de personal policial y hasta útiles escolares, probablemente serían recortados. Empleados públicos quedarían cesantes. Y a De Blasio no le quedaría más remedio que aumentar el impuesto que él puede controlar: el impuesto a la propiedad. Lo que haría que propietarios de viviendas y de comercios abandonaran la Ciudad.

La semana pasada, Bloomberg anunció que su equipo había balanceado el presupuesto municipal para el año fiscal 2015, que comienza en julio, cerrando un déficit proyectado de $2 mil millones.

Se espera que las negociaciones de nuevos contratos comiencen en enero. De Blasio ha sido firmemente evasivo acerca de aumentos retroactivos, y su equipo se negó a hacer más comentarios.

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