El Salón de la Fama del béisbol cada vez más exigente

La prohibición de los esteroides a los jugadores por parte de MLB- o Ligas Mayores- nos puso más complicado el juego

Maddux podría llegar a Cooperstown.

Maddux podría llegar a Cooperstown. Crédito: AP

Desde que comenzamos a votar para el Salón de la Fama del béisbol de las Grandes Ligas en los años ’80, jamás se me había ocurrido que emitir mi voto podría tornarse más difícil en estos tiempos.

Pero ahora es una realidad amarga.

Y es que la prohibición de los esteroides a los jugadores por parte de MLB- o Ligas Mayores- nos puso más complicado el juego y, por ende, el emitir un juicio personal en cuanto a la selección del nombre de tal o cual pelotero, por impresionantes que fueran sus records a través de sus años como jugador.

Tal es el caso de los jonroneros Mark McGwire, Sammy Sosa, Rafael Palmeiro y el lanzador Roger Clemens; para sólo poner estos ejemplos de jugadores que tienen marcas asombrosas en sus respectivas trayectorias del deporte más popular y mejor pagado a nivel de masa en todo el mundo.

Mencionamos primero a McGwire, para quien conectar jonrones parecía cosa fácil al extremo de que terminara el frente de estos encasillados durante el 1987 y siguiera su estampida de batazos completos como líder en varias campañas de los ’90 (1996, 1998 y 1999).

Este fornido excañonero, quien terminó su campaña de 16 años en Grandes Ligas con los Cardenales de San Luis, tras pasar por Oakland, y que ahora dedica su tiempo como instructor de bateo; desde que su nombre apareció en las boletas no ha podido recibir el 75% necesario para ser inmortalizado en el museo de Cooperstown, Nueva York.

Es más, ni siquiera podría a ser considerado para seguir apareciendo en los comicios anuales, por ir en picada durante la posibilidad de recibir el 5%, como mínimo en las votaciones. En esta octava ocasión veremos si puede sobrepasar el 16.9 % que recibió el año pasado.

Por otro lado, para Sosa y Palmeiro, dos de los más grandes jonroneros latinos natos, quienes lograron la última vez 12.5 y 8.8 % en los votos, sus respectivos tiempos en las papeletas, se les desvanece mucho rápido que a McGwire.

Dada la abultada lista de grandes líderes que aparecen este año, los nombres arriba indicados pueden desaparecer como por encanto.

Con respecto a Clemens, por su segundo año en estos comicios, es posible que siga en la lista, pero también en descenso.

Roger Clemens, quien se esperaba como un seguro inmortal del deporte, surgió al final de su carrera entre los dopados, aunque en su largo juicio pudo evitar ser condenado.

Este exserpentinero, que jugó 24 años en las Grandes Ligas, desfiló por los Medias Rojas de Boston, Azulejos de Toronto, Yankees de Nueva York y Astros de Houston. Ganó siete premios Cy Young (un record) y la triple corona entre los pitchers de la Liga Americana en 1997 y 1998.

Sin embargo su elección al templo como inmortal en el templo de Cooperstown, cada vez luce más lejos.

Por otro lado, Sosa, quien se retiró con 609 jonrones tras jugar 18 campañas en su recorrido con los Rangers, Medias Blancas, Cachorros y Orioles; así como Palmeiro (20 temporadas en Grandes Ligas) jugando con Cachorros, Rangers y Orioles, penden de un hilo en la lista de votaciones. Y todo por culpa del dopaje.

Dicho sea de paso, la mayoría de afiliados en la Asociación de Escritores de Béisbol de América (BBWAA, por sus siglas en inglés) no perdona sus faltas, pese a que una minoría del gremio piense lo contrario.

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