Hostos y la innovación educativa

Esta semana celebramos el 175 aniversario del nacimiento de Eugenio María de Hostos. Ese “ciudadano de América” fue una de esas figuras del siglo XIX que se destacaron en distintas esferas como la literatura, la sociología, la educación, la jurisprudencia, y la filosofía, entre otras. Se le recuerda, además, por su lucha en defensa de los ideales de igualdad política y democracia en el Caribe hispanoparlante, y su trabajo como educador en Chile, Venezuela, y la República Dominicana.

Quisiera resaltar en esta columna las innovaciones pedagógicas y educativas de Hostos en la República Dominicana y en Chile. En la República Dominicana, le ganaron el cariño y respeto de generaciones de dominicanos de ayer y de hoy. Fue Director de la Escuela Normal, marcando nuevas pautas en la formación integral de los estudiantes y adaptando metodología de vanguardia en la enseñanza. Fundó además una escuela nocturna para trabajadores y, con Salomé Ureña, abrió una escuela para mujeres. Terminó su carrera como Inspector General de la enseñanza pública, ayudando a formar numerosas generaciones de maestros quisqueyanos.

En Chile Hostos vivió en dos temporadas (1871-73 y 1889-1898), y se distinguió como administrador, diseñador de currículo, profesor de derecho, periodista y reformista. Fue rector de varios liceos, entre ellos el Liceo Chillán de Valparaíso y el Liceo Miguel Luis Amunátegui, y Catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad de Chile. De ese período no se pueden olvidar sus apasionados debates referentes a la necesidad de una mayor educación científica de las mujeres chilenas para la verdadera transformación social del país.

Para Hostos la educación secundaria era la clave para la creación de mujeres y hombres nuevos en América Latina con los cuales se elevarían los niveles de democracia, progreso y cultura. La posibilidad verdadera de crear repúblicas estables, con ciudadanos listos para incorporar las más innovadoras ideas de la época en beneficio de la industria, el buen gobierno y las artes, era el norte que inspiraba las teorías educativas de Hostos. Aunque tenía una clara visión regional – antillana y americanista – durante todos sus viajes y exilios abogó por proyectos educativos que consideraran las circunstancias particulares de cada país y su escala de desarrollo.

¿Qué pensaría Hostos sobre los debates contemporáneos acerca del futuro de la edu cación universitaria en los EE.UU.? ¿Estaría de acuerdo Hostos con los que piensan actualmente que el modelo tradicional de enseñanza y de financiamiento de la educación superior está obsoleto? ¿Qué reformas y cambios estaría sugiriendo Hostos a los colegios y universidades en estos días? Finalmente, ¿qué pensaría Hostos sobre la labor educativa que realizamos en el colegio que orgullosamente lleva su nombre en El Bronx?

Sobre la última pregunta, siempre he pensado que estaría orgulloso de nuestros estudiantes luchadores en Hostos. No me cabe duda que retaría, de manera solidaria, a los administradores, a la facultad y al personal no docente a evaluar continuamente nuestro trabajo, a buscar soluciones basadas en los datos, y a pensar siempre en el desarrollo pleno –personal, cívico, intelectual y laboral – de nuestros estudiantes. A los 175 años de su nacimiento, Hostos continúa inspirando a generaciones de educadores y recordándonos el rol indispensable de la educación en cualquier agenda de cambio para garantizar la libertad.

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