Las charter, escuelas de la discordia en NYC

Quienes favorecen estos centros, consideran que satisfacen las carencias de las aulas públicas. Sin embargo, para los opositores se trata de la privatización de la enseñanza

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Todas las herramientas de admisión están disponibles en español.  Crédito: La Opinión - / Jorge Mujica

Nueva York – Las escuelas charter han sido el tema educativo más polémico de los últimos años. Creadas en Nueva York por una ley estatal de 1998, estas instituciones son cuestionadas por sus críticos como la avanzada de la privatización de la enseñanza pública.

Sus defensores, en cambio, argumentan que constituyen una respuesta a las limitaciones que la escuela pública tradicional tiene para servir adecuadamente a las necesidades de las minorías, especialmente en los barrios más pobres.

Como su nombre lo indica, estas escuelas están regidas por un estatuto o “carta” (charter en inglés), que establece su misión y que debe ser aprobado por el Panel for Education Policy de la ciudad, un cuerpo de 13 miembros elegidos en mitades iguales por el alcalde y los presidentes de los cinco condados; el otro miembro es la canciller del Departamento de Educación (DOE), que no tiene voto.

Una vez aprobado el charter, la conducción de cada escuela tiene absoluta libertad para implementar sus planes pedagógicos, fuera del control del DOE.

Las charter tienen menos alumnos que las escuelas tradicionales y reciben de la ciudad sólo el 70% de los fondos por estudiante que éstas; el resto de su financiamiento debe salir de donaciones del sector filantrópico.

Desde su creación, la demanda de plazas ha ido en aumento. Las razones son claras: los alumnos de estas escuelas obtienen, en general, mejores calificaciones en los exámenes estandarizados que sus pares de escuelas tradicionales, tanto en matemáticas como en lenguaje.

El año lectivo 2013-2014 tiene un récord de 70,000 estudiantes (60 % afroamericanos y 33% latinos) y más de 50,400 en lista de espera. De las 183 escuelas charter de la ciudad, la mayoría se encuentra en Harlem, Brooklyn central y Bronx Sud.

Hay tres clases de escuelas charter: las independientes, las que son administradas por un gerente sin fines de lucro (CMO, por su sigla en inglés), y las que son administradas con fines de lucro (EMO). Las dos primeras constituyen el 90% del sistema.

Cada plantel fija su propio sistema de enrolamiento, pero la ley establece que debe darse prioridad a los hermanos de alumnos ya enrolados y quienes vivan en el distrito. Si hay más postulantes que vacantes, la escuela debe elegir a sus alumnos por lotería.

Los críticos de las charter dicen que éstas fueron injustamente favorecidas por la anterior administración. El punto más caliente de la discusión consiste en la cohabitación de estas escuelas con las tradicionales.

Debido al déficit de edificios escolares, el 60% de las charter comparten edificio con escuelas públicas tradicionales. Quienes cuestionan este arreglo dicen que las charter reciben más fondos que las otras escuelas y que por lo tanto deberían pagar una renta a la DOE.

Según cifras de esta misma repartición, en el período 2008-2009 cada estudiante de una escuela charter ubicada en estos edificios recibió $16,373, frente a los $15,672 de las escuelas tradicionales.

Un grupo de organizaciones anti-charter demandaron al DOE para pedirle que reubique 42 escuelas charters aprobadas durante los últimos días de la administración de Michael Bloomberg. “El DOE no tuvo en cuenta que el aumento en la cantidad de alumnos puede crear hacinamiento, y hasta la violación de los códigos de edificios”, alertó Leonie Haimson, directora ejecutiva de Class Size Matters, una de las ONG que impulsó esta demanda.

“La cohabitación aumenta la desigualdad del sistema escolar”, agrega Haimson, que dice que el sistema charter “es particularmente inequitativo porque matricula menos estudiantes necesitados, como los son los estudiantes ELL, los de educación especial, y muchos que están por debajo de la línea de pobreza”.

Haciéndose eco de las quejas, durante su campaña electoral el actual alcalde Bill de Blasio prometió que va a cobrar alquiler a las charter que tengan fondos suficientes. Desde su elección, sin embargo, se ha mostrado más flexible y ha dicho estar dispuesto a trabajar con ese sector.

Pedro Noguera, experto en educación de NYU, argumentó que es importante notar los resultados que las charter han tenido en comunidades pobres. Algunas de las escuelas con mejores índices de rendimiento en la población estudiantil más desfavorecida son precisamente las de este tipo. El experto sugirió que en vez de combatirlas, las autoridades educativas debería buscar una mayor colaboración entre escuelas charter y escuelas tradicionales, sobre todo en las zonas más carenciadas.

El alcalde deberá escuchar también la voz de los padres. Una de las organizaciones más activas en este sentido es Families for Excellence Schools, cuyo fundador Jeremiah Kittredge, fue maestro y activista sindical. La organización se encarga de organizar a padres sobre políticas educativas. El pasado 7 de enero, en una conferencia de prensa en las escalinatas de la alcaldía, padres y representantes de esta organización urgieron a De Blasio a oponerse a la demanda contra las charters, que según ellos amenaza con “desalojar a nuestros hijos” de sus escuelas.

Una de los planteles afectados es Girls Prep, una charter de Bronx, que quiere expandir sus servicios y establecer una escuela intermedia (middle school). La apertura depende del resultado del recurso judicial.

Rafael Lois, cuya hija de 10 años asiste a esa escuela, manifestó que sería injusto que la niña no pueda seguir estudiando allí. “Como padre pienso que la charter es la mejor opción para ella—dijo—. Esto no quiere decir que para todos lo sea lo mejor, pero los padres tenemos el derecho a escoger”.

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