Se necesitan donantes de riñones

Los hispanos forman una gran parte de los pacientes que esperan un trasplante

Anatomía del riñón.

Anatomía del riñón. Crédito: archivo

Nueva York — Tras recibir un trasplante que le salvó la vida, Víctor Sánchez se dio a la tarea de concientizar a las personas que encuentra en su camino sobre la importancia de la donación de órganos.

Sánchez, de 46 años, de origen puertorriqueño, cuenta que no pierde oportunidad de hablar de su experiencia con los transeúntes que estén en una parada del autobús o del tren.

“Estuve con mi esposa en un crucero de 3,000 personas y en una semana todos en el barco tenían el brazalete verde. Los pasajeros sabían de mi historia”, comenta Sánchez, músico de profesión, padre de cuatro y abuelo de un niño de dos años.

Hace 16 años, recibió un regalo de vida: un riñón de un adolescente de 18 años que falleció en un accidente automovilístico en Indiana, cuya familia hizo la donación. Desde entonces, no para de animar a la gente a registrarse en el banco de donación de órganos.

“Trabajo para la Red de Donantes de Órganos de Nueva York”, dice Sánchez, residente de El Bronx. “Voy al Departamento de Vehículos de Motor para hablar con la gente y tratar que se conviertan en donantes. También voy a los colegios y doy charlas”.

Pero la labor de Sánchez no es fácil. Por más que él intente, son muchas las personas que evitan hablar sobre la donación de órganos. Él queda satisfecho cuando alguien que no quiere ser donante cambia de opinión cuando le cuenta su historia.

“Es una misión bien difícil, hay gente que dice que no, por religión, quizás por agüero o por desconocimiento”, indica Sánchez.

Otra familia que vivió en carne propia el drama de necesitar un donante para sobrevivir fueron los Arcila, residentes en Nueva Jersey.

Hace tres años, James Arcila y Tamara Villagran, padres de dos, recibieron la terrible noticia que su hijo mayor, Diego, de nueve años, necesitaba un trasplante de riñón para poder vivir.

Decidido a hacer todo lo posible para salvar al pequeño Diego, su padre no vaciló en donarle un riñón.

“Gracias a Dios el personal médico nos orientó. Una organización nos ayudó en la parte económica, aunque teníamos seguro médico”, dijo Villagran, quien junto con sus familiares realiza actividades a través de la organización de Trasplantes de Órganos para niños (COTA por sus siglas en inglés) para recaudar fondos para otra familia que afronta una situación similar la suya.

Tanto Sánchez como los Arcila se han convertido en voceros de esta noble causa.

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