Las dos caras de un ‘Tri’ que debe definirse

La alineación inicial de la Selección Mexicana ante su similar de Estados Unidos resultó un total despropósito, pero los cambios y un fuerte ajuste de vestidor hicieron el 'milagrito'.

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Crédito: Notimex

El cuadro verde que saltó a la cancha del estadio de la Universidad de Phoenix es un reflejo de lo que ha sido el proceso de la Selección Mexicana de cara a Brasil 2014: un cóctel de improvización, ocurrencias, inconsistencia, falta de identidad y mucha indiferencia ante la crítica fundamentada en hechos, y sobre todo ante una afición permisiva que como es habitual en la Unión Americana va y les llena los estadios para atestiguar el experimento como regla y no como excepción.

Tras un desastroso primer tiempo y el infructuoso examen a los cruzazulinos Marco Fabián y Rogelio Chávez, nada deparaba un buen puerto para el ‘Tritanic’ que volvió a hacer su aparición en las tempestuosas aguas del ‘Clásico’ de Concacaf. El equipo del ‘Piojo’ Herrera volvió a amparse en la aventura del experimento de los amistosos, para evidenciar en la primera parte una total falta de brújula, un derrotero desconocido y la ausencia de una tripulación a la que le siempre le sobra ‘compromiso’ y le falta efectividad para identificar cómo sortear el vendaval.

Sin embargo, los muchachos de Miguel Herrera (ya ‘enfundados de amarillo’) saltaron a la cancha en el complemento decididos a echar por tierra la evidencia de que hace tiempo el ‘Tri’ no juega a nada, argumento que desencadenó el cese del ‘Chepo’ de la Torre.

Pero no nos engañemos. Al margen de la gran metamorfósis del segundo tiempo del equipo tricolor, la realidad es que a pesar de ser buenos estrategas en el fútbol mexicano, tanto el ‘Piojo’, como el ‘Chepo’ (ni los emergentes Tena y Vucetich) han demostrado fehacientemente no tener entre sus virtudes el don de proveerle al representativo tricolor un perfil colectivo de trabajo que se traduzca en un verdadero estilo de juego, en un tiempo en que eso es lo más importante en el escenario mundial. Eso es lo que realmente preocupa conforme se acerca la cita en Brasil.

Durante el partido, el equipo de Jurgen Klinsmann encontró verdaderos callejones por la derecha echando mano de una velodidad increíble de jugadores como Graham Zusi y Clint Dempsey.

Por su parte, Miguel Layún supo capitalizar por izquierda las pocas carencias de la defensa estadounidense, pero cuando lograba pasar resultaba infructuoso, sobre todo ante un inoperante Marco Fabián y un pundonoroso Alan Pulido que todavía no supera su propia condición de promesa del fútbol mexicano. Para el segundo tiempo Herrera decidió mantener a Fabián y al jugador de los Tigres en el campo, y decidió dar minutos al ‘Negro’ Medina y a un intenso Raúl Alonso Jiménez para intentar reactivar un medio campo atorado en una preocupante carencia de variantes e imaginación. Un revulsivo que convenientemente funcionó, con el apoyo del ‘Conejito’ Brizuela, Luis Montes y Paul Aguilar.

No obstante hay que recordarle al timonel tricolor que en un juego oficial no tiene tantas posibilidades de cambio, razón por la que tras este partido debe tener más que nunca la claridad para saber elegir y desechar las malas experiencias de su obstinada ‘ruta fantasma’.

Acaso, otra cosa para la que sirvió este encuentro nada amistoso fue para dar fe del poderío de la escuadra estadounidense, un fútbol que sí ha entendido la evolución del balompié sin fijarse en jerarquías que existen sólo en el ajado papel de la historia.

Que no haya habido contención y una media imaginativa en el ‘Tri’, es lo de menos cuando se sigue sin definir una base, sin aplicar la sana autocrítica y sus dirigentes se empeñan en quedar bien con todos simulando ser muy incluyentes dando ‘oportunidad’ de mostrarse a varias decenas de jugadores, cuando la respuesta es obvia, no la deseada o la correcta, pero sin duda la menos peor.

¡Es tiempo de quitarse las máscaras y dar la lista!

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