Tiroteo en Fort Hood reanima debate sobre tratamiento de PTSD

Administración de Obama destaca avances en 23 órdenes ejecutivas, algunas sobre servicios de salud mental

Vecinos de Killeen colocan cruces cerca de una iglesia, en memoria de las víctimas del tiroteo en Fort Hood.

Vecinos de Killeen colocan cruces cerca de una iglesia, en memoria de las víctimas del tiroteo en Fort Hood. Crédito: Getty Images

WASHINGTON.- El tiroteo en la base militar de Fort Hood, que dejó cuatro soldados muertos, incluyendo al autor del incidente, el boricua Iván López, ha reanimado este jueves el debate sobre el debido tratamiento de veteranos de guerra que sufren trastornos mentales.

López, un veterano de la guerra de Irak, donde pasó cuatro meses en 2011, acaparó titulares tras el tiroteo en el que, en cuestión de 15 minutos, dejó tres muertos y 16 heridos antes de quitarse la vida.

Se trata de la segunda matanza en Fort Hood tras la de 2009 a manos del mayor del Ejército Nidal Hasan, que dejó 13 muertos y 30 heridos. La base en el centro de Texas cuenta con alrededor de 41,000 soldados.

Aunque se desconocen los motivos del tiroteo, el teniente general Mark Milley explicó a la prensa que López, de 34 años, exhibía problemas de comportamiento y de salud mental, pero dejó en claro que el soldado aún no había sido diagnosticado con el Síndrome de Estrés Postraumático (PTSD, por su sigla en inglés).

López tomaba medicinas por depresión y ansiedad, pero la falta de un diagnóstico claro sobre si padecía o no de PTSD no ha frenado el debate sobre la prevalencia y el impacto de ese trastorno entre los soldados que regresan de zonas de conflicto.

Milley dijo este jueves que las investigaciones del Pentágono están tomando en cuenta todo el historial de López, incluyendo su situación personal y financiera, y subrayó que es prematuro especular sobre si “éste recibió o no la ayuda psicológica adecuada”.

El PTSD, que incluye síntomas como dolores de cabeza, problemas de sueño, depresión y agresividad, es común en personas que han presenciado o han sido víctimas de ataques violentos, por lo que no sólo afecta a los soldados en el campo de batalla.

Según los expertos, el PTSD no incrementa la propensidad de las personas a la violencia y, de hecho, la mayoría de los veteranos de guerra logran superar sus traumas. Se calcula que el 11% de los estadounidenses toman antidepresivos.

Un estudio psicológico de 2012 concluyó que los soldados afectados por PTSD corren mayor riesgo de arrestos criminales, pero esos arrestos están vinculados principalmente al abuso de drogas, no a actos de violencia.

Por ello, Richard Allen Smith, un veterano de la guerra en Afganistán que sufre PTSD, dijo este jueves en una columna de la revista Time que es un error vincular el trastorno con la violencia de soldados, porque las investigaciones no avalan esa premisa.

Aún así, la reinserción de los soldados en la sociedad civil- como ocurre ahora con la salida paulatina de las tropas de EEUU de Afganistán-, salta a la palestra nacional cuando ocurren actos de violencia como el de Fort Hood.

Una fuente de la Administración Obama aseguró a La Opinión que todas las 23 órdenes ejecutivas que firmó el presidente Barack Obama en enero de 2013 para mitigar la violencia generada por las armas, “se han completado o están por completarse”.

El incrementar el acceso a los servicios de salud mental fue una de las prioridades del plan para prevenir la violencia derivada de las armas,y se autorizaron $100 millones para los servicios de salud mental que ofrecen los centros de salud comunitarios, recordó la fuente.

Durante un tributo en la Casa Blanca al equipo de EEUU para las olimpiadas de invierno, Obama se solidarizó con las víctimas de la “indecible violencia sin sentido” en Fort Hood, y prometió hacer lo que esté a su alcance para “resguardar la seguridad de los soldados no solo en el campo de batalla sino al regresar a casa”.

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