Gabo nos conmueve

García Márquez es un escritor que se reinventa a si mismo en cada obra, la cual refleja un “in crescendo” de excelencia literaria sin recusar altibajos

Gabriel García Márquez cumplió en marzo 87 años.

Gabriel García Márquez cumplió en marzo 87 años. Crédito: EFE

Cultura

La noticia de que el Nobel colombiano Gabriel García Márquez (Aracataca, 1927) ha sido ingresado en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, en la Ciudad de México, con una infección respiratoria, ha conmocionado al mundo de las letras y la cultura en todo el planeta.

Y es que “Gabito”, como es conocido el Nobel por sus amigos, es uno de los grandes arquitectos del salto cualitativo y cuantitativo que la literatura latinoamericana dio a partir de los años 60. Novelista, cuentista, periodista y guionista cinematográfico, personifica como el que más el corpus literario de la América española durante el siglo XX.

Pues ese salto ubica a la literatura del subcontinente entre las más ricas, nutridas e inexploradas cartografías literarias a nivel mundial. La chilena Gabriela Mistral fue Premio Nobel en 1947, pero desde los años 60 Latinoamérica lleva cinco Premios Nobel de Literatura al hilo: Miguel Ángel Asturias (1967), Pablo Neruda (1971), Gabriel García Márquez (1982), Octavio Paz (1991) y Mario Vargas Llosa (2012).

García Márquez es uno de los “monstruos sagrados” del “boom” de la literatura latinoamericana a nivel mundial que fue, curiosamente, un excelente negocio editorial con excelente literatura y que tenía una mesa con cuatro comensales y varias sillas para invitados temporales. Los propietarios fueron el mexicano Carlos Fuentes, el peruano Mario Vargas Llosa, el argentino Julio Cortázar y el colombiano García Márquez. Invitados ocasionales a la mesa del “boom” fueron José Donoso, Guillermo Cabrera Infante, José Lezama Lima o Ernesto Sábato.

Lo importante en la conformación de este corpus que fundó una tradición literaria latinoamericana a partir de la misma realidad del subcontinente, donde la ficción supera con creces a la realidad y que tiene viñetas como lo “real maravilloso”, “realismo mágico”, “realismo sucio” o “realismo social”, es que reconoce por un lado, la herencia de la obra de los “padres fundadores” como Jorge Luis Borges, Ciro Alegría, Alejo Carpentier, Salvador Salazar Arrué (Salarrué), Juan Rulfo, Rómulo Gallegos, Domingo Faustino Sarmiento o Robert Alt, y por otro lado, acusa una fructífera deuda con la gran novelística norteamericana (Ernest Hemingway, William Faulkner, John Dos Passos), francesa (Gustave Flaubert, Francois Rabeleis, Victor Hugo, Alejandro Dumas), rusa (Fiodór Dostoyewsky, León Tolstoi, Nicolás Gogol), española (Miguel de Cervantes, Quevedo, Góngora) y hasta árabe, pues muchos ecos de su narrativa oral se encuentran presentes en la literatura y la forma de “contar” de los escritores latinoamericanos, con esa técnica tan amena del “cuento dentro del cuento”, de “la narración dentro de la narración”, cuyo arquetipo es la obra cumbre de la literatura árabe, Las mil y una noches.

Su “secreto”, revelado hace años en una cátedra de literatura latinoamericana ante unos estudiantes en Berlín, consiste en “tener algo que contar”, “tener ganas de contarlo” y en “saber contarlo”. Las tres premisas básicas de todo escritor que se precie, cual fórmula mágica, pero cuya aplicación requiere no solo talento, vocación y disciplina, sino también el aura del artista. Un oficio en el cual no solo es de soplar y hacer botellas.

Para Vargas Llosa, sin embargo, hay tres premisas básicas del escritor paradigma. García Márquez: posee no solo una vivencia muy rica y singular, sino también un gran acervo cultural. Ambas premisas son claves para la tercera, el desarrollo de una técnica literaria que combina vivencias personales e influencias literarias.

García Márquez es un escritor que se reinventa a sí mismo en cada obra, y que tiene una férrea línea cualitativa de trabajo, la cual refleja un in crescendo de excelencia literaria sin recusar altibajos. Desde sus primeras novelas como El coronel no tiene quien le escriba” y sus primeros libros de cuentos como Ojos de perros azul, García Márquez se transforma a sí mismo incursionando en el reportaje periodístico con Relato de un naúfrago, así como en el guión cinematográfico, con Asalto al palacio. A su vez, trata de introducir la popularísima “telenovela latinoamericana”, basada en el melodrama cursi y banal de las amas y amos de casa, en la literatura, con su novela El amor en los tiempos del cólera que va a ser un impresionante éxito literario, pero un estrepitoso fracaso como telenovela.

Esta reinvención lo lleva a introducir el periodismo de investigación en su novela Noticia de un secuestro y la autobiografía novelada en su obra Vivir para contarla. Ello refleja este constante cambio de piel, de género, de estilo y de perspectivas en su producción literaria, que lo vuelven un fuera de serie de la literatura mundial y un clásico de las letras latinoamericanas contemporáneas.

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