Roquiana, a 39 años de un crimen impune

Hasta el día de hoy se discute el trágico asesinato del poeta Roque Dalton

Roque Dalton.

Roque Dalton. Crédito: Imagen de Transparencia Activa, sin crédito

El Salvador

Con motivo del 39 aniversario este mes del asesinato de Roque Dalton García, vuelve a discusión la impunidad de su crimen, cometido por sus compañeros de organización bajo la acusación, al principio, de ser un agente cubano de la todopoderosa Dirección General de Inteligencia, para luego, al ver que dicha acusación no prosperaba, acusarlo de ser agente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos.

Las investigaciones de diferentes fuentes, incluyendo testigos presenciales aún vivos, pero que no estarían dispuestos a atestiguar en un juicio, coinciden en señalar como autor intelectual del asesinato al entonces máximo líder del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), Edgar Alejandro Rivas Mira, alias Sebastián Urquilla o “El Gran Capitán”, de paradero desconocido para las autoridades salvadoreñas desde hace más de 44 años, pues ya entonces apareció implicado en el secuestro y asesinato del multimillonario Ernesto Regalado Dueñas, en febrero de 1971. También apareció implicado, como jefe militar del ERP, en el secuestro y asesinato del industrial Roberto Poma, en enero de 1977.

Los autores materiales serían, según las fuentes, Joaquín Villalobos Huezo, alias Chon y René Cruz, en ese entonces, y alias Atilio durante el conflicto armado, quien habría disparado contra el poeta. Cómplice sería su acompañante, Jorge Meléndez, alias Jonás.

Según me relató personalmente un testigo presencial, por esas fechas militante del ERP, a quien identificaremos como Miguel Santacruz (nombre ficticio) así como el fallecido Carlos Rico Mira, alias Pancho, primo de Alejandro Rivas Mira, a Joaquín Villalobos le tembló la mano cuando le disparó de frente al poeta, hiriéndole en el antebrazo izquierdo ante lo cual exclamó, “se salvó”, “se salvó”, en el sentido de que él había cumplido su misión pero Dalton se había salvado. En ese momento su acompañante Jorge Meléndez apuntó con su pistola a la sien de Joaquín Villalobos y le recordó que la orden era de ejecutarlo. Acto seguido, de espaldas al poeta, Joaquín Villalobos le disparó en la cabeza, que explotó como una sandía esparciendo sangre y sesos de la víctima por las paredes del cuarto de la casa, ubicada en la Colonia Santa Cristina del Barrio Santa Anita, de San Salvador, donde se consumó el crimen. Pasaron varias semanas sin que pudieran limpiar las manchas de sangre y sesos de las paredes.

El asesinato de Dalton fue la punta del iceberg de una pugna interna en las filas del ERP en mayo de 1975, luego de que su Estado Mayor se declarara en estado de emergencia y condenara a muerte a la Dirección Política de la Dirección Nacional del ERP, que se separa y forma, luego del asesinato de Dalton, las Fuerzas Armadas de la Resistencia Nacional , conocidas como Resistencia Nacional (RN) .

Ello implica un análisis más de fondo, pues lo que está en el tapete de discusión es la vía y la estrategia de la lucha revolucionaria, que, en esos años, tanto el ERP como la RN, establecían a través de la lucha guerrillera urbana. Con sus matices, mientras el ERP propugnaba la formación de “Comités militares” en cada barrio, pueblo, fábrica y colonia, la Resistencia Nacional proponía el estilo vietnamita de organizar al pueblo alrededor de un programa común antiimperialista, antifascista, antioligárquico y antiburgués, con el objetivo de construir una república democrático-burguesa que sería la antesala al socialismo.

Como en un drama donde el mal y el bien se juntan, tanto Joaquín Villalobos como Jorge Meléndez fueron los más brillantes estrategas del FMLN durante la guerra fraticida que azotó El Salvador y en ella lucharon heroicamente arriesgando numerosas veces sus vidas.

Todo esto suena a historia, pero es tan nuestro y tan reciente, y sigue aún vivo. Por ello, el jurista Félix Ulloa, al respecto, propone, para zanjar la discusión sobre el crimen de Roque Dalton, la creación de una comisión de personalidades idóneas, provenientes de la sociedad civil, que investigue y dictamine en el “caso Dalton”, que él se ofrece a presidir, y que sea nombrada en consenso por las partes involucradas. Todos se comprometerían a aceptar el dictamen final de esta comisión.

Sin embargo, desde el principio habrían problemas. Ya que solo los ingenuos pueden tragarse el argumento dado por sus asesinos de que luego de ejecutarlo, trasladaron el cadáver de Dalton a El Playón, donde fue devorado por los zopilotes.

Este sería el eterno punto de partida, pues la primera pregunta a los victimarios confesos sería: ¿Dónde enterraron los restos del poeta nacional Roque Dalton?

¿Tendrán ellos el valor de revelar algún día ese secreto?

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