Latinos expresan emociones encontradas en el Museo 11-S

Algunos visitantes y familiares de las víctimas en los atentados terrorristas consideran que el espacio promueve el lucro con el dolor

“La gente se toma fotos como si fuera un parque de diversiones”, indicó el mexicano Erick Vázquez.

“La gente se toma fotos como si fuera un parque de diversiones”, indicó el mexicano Erick Vázquez. Crédito: Mariela Lombard / EDLP

NUEVA YORK — Una atmósfera de solemnidad, pesar y respeto percibieron los turistas latinos que acudieron desde temprana hora al recién inaugurado Museo de la Memoria del 11-S en el World Trade Center.

La puertorriqueña Ana Ramos (56), quien está de visita en la ciudad acompañada de su madre Belén González y su hija Mariela Bodón, no ocultó su emoción al salir del impactante edificio que se encuentra entre las dos fuentes en el lugar exacto donde se encontraban las Torres Gemelas.

“La sensación es indescriptible”, indicó la turista, quien está retirada. “Me impresionó el silencio de las personas al observar las imágenes desgarradoras. Es inevitable no sentir el dolor que aún se percibe a 13 años de la ocurrido”.

La familia comentó que la seguridad es extrema al ingresar al museo. Detectores, revisión de bolsos, agentes atentos a todo movimiento sospechoso y perros de búsqueda y rescate son parte de lo que describieron como una fortaleza.

“Es como estar en un aeropuerto, los oficiales tienen un control absoluto”, dijo Ramos. “Afuera del museo es igual, se puede observar un fuerte dispositivo de seguridad”.

El empresario mexicano Eduardo Pedraza (27), quien viajó de Monterrey con su familia, contó que la exhibición muestra el rostro humano de las 3,000 víctimas de los ataques terroristas.

“Se puede ver de cerca los cimientos de las Torres Gemelas, fotografías de las víctimas y objetos en su memoria. La gente está muy respetuosa”, apuntó.

Mientras decenas de turistas hacían una larga fila para entrar el recinto, otros se asomaban por los vidrios esperando satisfacer su curiosidad. Muchos no consiguieron boletos. Un guardia de seguridad explicó que la venta estaba agotada hasta el domingo.

“Es muy caro pagar $25 por el acceso, pero es tan hermoso que lo vale”, dijo la venezolana Rosario Pereira (50), una residente de Miami que visita la ciudad acompañada de su esposo.

La pareja contó que, en 2011, acudieron a la apertura de las fuentes que rinden homenaje a las víctimas.

“Siento alegría de ver a Nueva York reconstruida luego del ataque que conmocionó al mundo, pero también tristeza por las familias que perdieron seres amados”, sostuvo Pereira.

En los alrededores, vendedores latinos se acercan a los visitantes ofreciendo, por $10, libros con impactantes fotografías de los ataques terroristas. El mexicano Erick Vázquez (36), un residente de El Bronx, contemplaba la entrada al museo con un par de estas publicaciones en mano.

“Tenía cuatro años que no venía al lugar de la tragedia”, reveló. El trabajador de la construcción pretendía visitar el museo en su día libre por el fin de semana del Día de la Recordación (Memorial Day), pero la larga fila lo desanimó.

“Las familias de las víctimas están molestas porque se lucra con el dolor. La gente se toma fotos como si fuera un parque de diversiones”, indicó. “No vine buscando entretenimiento. Estoy aquí porque quiero llevarme a casa una memoria de los que murieron”.

La aglomeración de turistas en torno al museo no disuadió a la pareja de españoles María de Jesús Rubio (25) y Virgilio del Monte (26) de intentar conseguir boletos para poder sentir la emoción de la que tanto escuchan hablar.

“Ayer estuvimos esperando, pero había tanta gente que no logramos entrar”, relató la joven empleada en el sector de la administración. “Estamos en la ciudad desde el miércoles y no queremos volver a casa sin ver el museo”.

En esta nota

11-S
Contenido Patrocinado
Enlaces patrocinados por Outbrain