El negociador

Con una paciencia sin límites, Juan Manuel Santos (62 años) hace gala de una flema que más parece anglosajona que colombiana. Político desde su noble cuna, nacido para ser presidente y que no se conforma: quiere seguir siéndolo derrotando a su encarnizado enemigo, antes jefe, Álvaro Uribe.

Si a Santos se le puede otorgar un calificativo político, ése es el de negociador. Y no sólo por su empeño personal en llevar a buen puerto las negociaciones de La Habana con las FARC. También quienes le conocen bien definen al candidato centro-derechista de la Unidad Nacional (Partido de la U –en el que coincidió con Uribe y Zuluaga-, el Partido Liberal y Cambio Radical) como un líder que sabe escuchar, que se rodea de equipos nutridos y participa en las discusiones hasta llegar a un acuerdo. Un biotipo que se da muy poco en América Latina, donde siempre pesan las decisiones de los grandes líderes.

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