Día inolvidable
SAO PAULO, BRASIL
La felicidad estalló ayer en Argentina luego del cardiaco partido en que venció a Holanda por penales y que le permitió volver a una final de Copa del Mundo después de 24 años.
Cuando el arquero Sergio Romero atajó el segundo penal holandés, un grito masivo de alegría inundó las calles de Buenos Aires.
“¡Llegamos, llegamos a la final!”, repetía una y otra vez un anciano que lloraba de felicidad.
Ver el partido y apoyar a la selección, era lo único que querían hacer millones de argentinos ayer que, por suerte, fue feriado ya que se celebra el 198 aniversario de la Independencia Nacional.
El nervio de un país se sentía en la atmósfera, pero en cuanto terminó el partido los automovilistas salieron a festejar haciendo sonar sus cláxones y a reunirse en el Obelisco, el emblemático monumento sede de las hinchadas