Miles de inmigrantes una vez más con la esperanza rota

Indocumentados de largo tiempo resienten nueva postergación de alivio migratorio

Marta M., como millones de inmigrantes, tiene más de una década viviendo en  EEUU y en espera de una oportunidad para regularizar su situación migratoria.

Marta M., como millones de inmigrantes, tiene más de una década viviendo en EEUU y en espera de una oportunidad para regularizar su situación migratoria. Crédito: <copyrite> La Opinión - </copyrite><person>J. Emilio Flores< / person>

Marta M. es una de millones de indocumentados que esperan ansiosamente una oportunidad para “salir de las sombras”: 15 años en el país, dos trabajos, una hija ciudadana.

La nueva postergación del “alivio migratorio” por parte de la Casa Blanca la dejó desolada una vez más: “tengo todo en regla y listo, he pagado impuestos, cero problemas con la ley, creo que hubiera sido de las primeras en la fila”, comenta.

Marta M. no es su nombre real, prefiere usar un nombre ficticio para no identificarse antes de tiempo.

Pero su historia no sólo es cierta, sino que podría considerarse la de muchos miles, y hasta millones de indocumentados que esperan y viven en este país.

“Somos muchos”, comenta la mujer, de 34 años, residente de North Hollywood.

“Si nos diera una ley como la de los ‘Dreamers’ nos ayudaría muchísimo y también podríamos aumentar la economía. Somos muchos miles que podríamos arreglar”.

Según un estudio basado en las cifras del Censo realizado por PEW, en Estados Unidos hay 3.7 millones de personas indocumentadas, padres de niños ciudadanos que no tienen protección migratoria alguna.


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Marta pertenece además al grupo más numeroso de indocumentados que hoy existe en el país: los que tienen más de 10 años en la nación.

Cuando vino de un pueblito de Nayarit, México a los 19 años con dos de sus seis hermanos, se establecieron en Los Ángeles. Los tres ahora tienen familia aquí y en ese tiempo han visto morir desde lejos, primero a su papá, hace 7 años y hace apenas cuatro meses, a su mamá. Aún se le quiebra la voz cuando habla de eso.

“Si hubiera habido una ley antes, podría haber ido a ver a mi madre”, dice.

Trabaja como secretaria de una constructora y como cajera de un restaurante. En total, 52 horas a la semana. Sin seguro médico, y sin pareja que la ayude.

La mayor parte de los días de la semana deja a su niña al cuidado de otros desde las 8:00 de la mañana hasta las 11:30 de la noche. “Ya me la llevo dormida a casa, tengo tres tardes a la semana con ella”, dice.

Su esperanza: “Que mi hija pueda estudiar y ganar bien para que no tenga que dejar a sus hijos tantas horas como lo hago yo”, dice Marta. “Ojalá Obama nos ayude pronto”.

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