¿A quién quieres más?

Padres que admiten sentir preferencia por uno de sus hijos

En un estudio reciente, el 65% de las madres y el 70% de los padres admitieron sentir predilección por uno de sus hijos.

En un estudio reciente, el 65% de las madres y el 70% de los padres admitieron sentir predilección por uno de sus hijos. Crédito: Shutterstock

“¿A quién quieres más de todos mis hermanos?” “Los quiero a todos por igual”.

Hogares alrededor del mundo son testigos diarios de conversaciones similares entre madres e hijos. La preocupacion por el favoritismo de los padres es universal y no sabe de culturas, razas ni fronteras.

¿Quién no se lo ha cuestionado, al menos una vez en la vida?

El tipo de relación que una madre tiene con cada hijo depende de la personalidad y de las necesidades y modalidades afectivas de ambos. Pero el sentimiento de amor tiene la misma intensidad. ¿O no?

Desde los tiempos de Caín y Abel, hay padres que sienten preferencia por uno u otro de sus hijos.

En un estudio realizado al respecto, la doctora Katherine Conger, profesora de la Universidad de California Davis, encontró que el 65% de las madres y el 70% de los padres sienten preferencia por uno de sus hijos. Conger asegura que el sentimiento en sí no es un problema, pero que actuar de manera diferente y mostrar abiertamente el favoritismo, sí lo es.

El favoritismo visible de los padres por uno de sus hijos afecta tanto al predilecto, como a los que quedan en segundo plano, indica Conger. Cuando un niño percibe que su madre ama a más a uno de sus hermanos, disminuye su autoestima, porque asume que la falta de amor es culpa suya.

Pero tampoco es fácil ser el predilecto.

La doctora y autora Ellen Weber Libby, describe en su libro los pros y contras emocionales del “complejo del hijo favorito”. Según la experta, los hijos predilectos generalmente estan convencidos de que todo lo pueden y no sienten temor a los desafíos. Al mismo tiempo, los hijos preferidos viven bajo una intensa presión por mantener una imagen exitosa.

Los motivos que llevan a los padres a sentir predilección por un hijo en particular son muchos y diversos. Existen casos de padres de niños con discapacidades físicas o mentales que no pueden evitar sentir favoritismo hacia el niño que más los necesita. En otros casos, el hijo varón, o el mayor se ganan el primer lugar, por cuestiones culturales y de tradición.

Más allá de los sentimientos que pueda sentir una madre, los expertos coinciden en la importancia de tratar a los hijos de manera equitativa. Conger comparte consejos para aquellos que aman de manera desigual.

* No compares. Aprende a valorar las características únicas de cada uno de tus hijos. Tampoco fomentes la comparación entre ellos porque sólo lograrás enfrentarlos. Todos los niños tienen el potencial de brillar en un área determinada. Concéntrate en sus cualidades y no en lo tú percibes como sus defectos.

* Sé equitativa, a pesar de tus sentimientos. Si no puedes evitar amar a uno de tus hijos más que a los otros, no los trates de manera desigual. Haz un esfuerzo por ser imparcial y justa cuando se pelean, y dales a todos las mismas oportunidades.

* Analiza tus sentimientos. Quizás has sido parcial con tus hijos sin darte cuenta. Considera tus reacciones con ellos y sé honesta contigo misma.

Un viejo poema popular describe así el sentimiento de madre:

“Cierta vez preguntaron a una madre cuál era su hijo preferido, aquel que ella más amaba. Ella, dejando entrever una sonrisa, respondió: Nada es más voluble que un corazón de madre, y, como madre, le respondo: el hijo dilecto, aquel a quien me dedico en cuerpo y alma:

Es mi hijo enfermo, hasta que sane.

El que partió, hasta que vuelva.

El que está cansado, hasta que descanse.

El que está con hambre, hasta que se alimente.

El que está con sed, hasta que beba.

El que está estudiando, hasta que aprenda.

El que está desnudo, hasta que se vista.

El que no trabaja, hasta que se emplee.

El que se enamora, hasta que se case.

El que se casa, hasta que conviva.

El que es padre, hasta que los crie.

El que prometió, hasta que cumpla.

El que debe, hasta que pague.

El que llora, hasta que calle.

Y ya con el semblante bien distante de aquella sonrisa, completó:

El que ya me dejó… hasta que lo vuelva a encontrar…”

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