Empalme, Sonora: rencuentro con la memoria para los ex braceros
Hoy en día la Caravana Holocausto Bracero se dirige a este lugar a rencontrarse con la memoria

En Empalme, los braceros vivieron condiciones difíciles. Crédito: Abel Astorga
La Caravana Holocausto Bracero se ha puesto en marcha. El día 16 de este mes decenas de ex migrantes se plantaron frente al kiosko de la Placita Olvera, en Los Angeles, California. Posteriormente estuvieron en Mexicali, ciudad fronteriza de gran importancia a lo largo de su lucha social, y además representativo pues fungió como Centro de Contratación desde 1948 mediante el Programa Bracero, además de haber sido Centro de Recepción (lugar por el que entraban los trabajadores a Estados Unidos). Ahora, la Caravana se dirige a uno de los lugares más representativos para los ex braceros vivos: Empalme, Sonora. Ciudad a donde -regularmente- trasladan sus recuerdos cuando en el presente hablan sobre sus vivencias en “la bracereada”.
Empalme se localiza en el sureste del estado de Sonora, muy cercano a Guaymas y al Mar de Cortes. En antaño destacó como paso ferroviario importante; tal situación propició que desde 1954 a 1964 fuera el único Centro Contratación activo en México, donde acudían miles de personas aspirantes a braceros. Como es sabido, aunque el Convenio de Braceros inició en 1942, en la actualidad prácticamente es imposible encontrar personas que se hayan contratado durante los primeros años, pues naturalmente, han fallecido (aunque hay casos excepcionales). Durante más de seis años he realizado entrevistas a ex braceros en diversos estados de la Republica Mexicana, y lo habitual es que se hayan contratado al final del programa en Empalme.
Pero, ¿Por qué este lugar es un punto neurálgico en la memoria histórica de los ex braceros, y es importante para la Caravana llegar hasta ahí? Una breve semblanza histórica responderá a esta cuestión. Durante la bracereada, el proceso de selección para ser contratado implicaba una carga física, emocional y financiera para los aspirantes. Miles de personas llegaban de todos los estados de la república en críticas condiciones, cansados, sin dinero y hambrientos. Así, hacinados en los terrenos que rodeaban al Centro de Contratación, con nulas condiciones de higiene y comodidad, los aspirantes debían esperan días, a veces meses para ser llamados y entrevistados. “Yo hubo un día que no comí. Al día siguiente no aguante y me fui al basurero. Lo que encontraba yo de plátano o de cascaras me las tragaba pues tenía yo hambre. […] y no era el único bracero que hacía eso […]. Se sufre joven. Se sufría en aquellos días”, recordó el ex bracero Nahum Ramírez de Oaxaca.
Una vez que eran llamados, en los mostradores se iniciaban los trámites burocráticos como entrevista y exámenes médicos. Dichos exámenes incluían la revisión de muchos aspectos físicos. Entre las pruebas que les hacían estaban la revisión de vista, de pulmones mediante rayos X, examen de sangre, les revisaban los testículos, las orejas, boca, dientes, cabello (no piojos), todo para ver si tenían tuberculosis, gonorrea, lepra, mal del pinto, sífilis, epilepsia, alcoholismo, vista parcial o conjuntivitis, perdida de la percepción auditiva; les revisaban hasta ano para ver si tenían hemorroides; por último los fumigaban con criolina; un polvo que tenía la función de desinfectar el cuerpo de los trabajadores. Cabe resaltar que para realizar este último proceso como la mayoría de los anteriores, estos hombres se veían obligados a desnudarse de manera pública.
Es en esta acción donde se ubican la mayoría de las críticas al desarrollo del Programa Bracero, ya que se argumenta que este proceso era un acto deshonroso y humillante. Sin duda el hecho de que los desnudaran públicamente y les revisaran hasta pene y ano, hizo que las opiniones de reprobación prevalecieran. Manuel Ramírez Fregoso comenta: “pos estaba mal echo ¿No?, lo trataban a uno como los animales. Jumigaban como jumigar el ganado. Pero decidí hacerlo por la necesidad; ya era el último requisito”. Pero la idea que tienen algunas organizaciones sobre Empalme es más fuerte aún. Rosa Martha Zarate, coordinadora de la Alianza de Ex Braceros del Norte, 1942/1964, contó sobre los abusos en el Centro de Contratación: “tenemos el testimonio de dos ex braceros que fueron sepultureros en Empalme. Cuentan de que día con día enterraban en fosas comunes a un promedio de uno a ocho ex braceros diario […] que los soldados les daban un liquido para rociar los cuerpos y luego […] según dicen: !Un cerillaso!”. Por lo cual considera: “vamos a ese lugar que fue el escenario del crimen, muerte, desamparo y abandono”. Desde luego, no tenemos constancia de que esto efectivamente haya sucedido, pero sí de que muchas de las situaciones más penosas durante el largo proceso migratorio, sucedieron en los centros de contratación como este.
En definitiva, en Empalme los otrora braceros vivieron situaciones difíciles: desnudos en público, aceptar que los fumigaran y les revisaran hasta pene y ano, y en general diversas acciones que fueron en detrimento de su dignidad como seres humanos. Amparados en estos elementos, para los integrantes de la Alianza de Ex Braceros del Norte, 1942/1964: “Empalme es el lugar donde una de las páginas de la historia de la migración de nuestro pueblo, reclama justicia, solidaridad y hacer nuestra la lucha por la dignidad y el derecho de nuestros abuelos y abuelas”, que trabajaron en el Programa Bracero. Por todo ello, hoy en día la Caravana Holocausto Bracero se dirige a este lugar a rencontrarse con la memoria. Se tiene previsto que el 19 de septiembre se reúnan ahí con la Senadora Ana Gabriela Guevara, Presidenta de la Comisión de Migración, para que reciba las demandas que se le envían al Presidente Enrique Peña Nieto y al Congreso de la Unión. Se proyecta además, la colocación de la primera piedra del monumento que se levantará en memoria de los ex braceros.