Los migrantes son apenas una mercancía

Trafican con ellos, los extorsionan o secuestran

Migrantes esperan para cruzar a EEUU.

Migrantes esperan para cruzar a EEUU. Crédito: <copyrite>ARCHIVO </copyrite><person>FOTO< / person>

Especial para La Opinión

MÉXICO

Fray Tomás González, sacerdote a cargo de la casa del migrante La 72, en Tenosique, Tabasco lamenta: “Es desangrar al migrante por donde se deje”.

En abril de este año, el sacerdote acompañó a quienes realizaron el viacrucis migrante, la primera caravana que salió de Tabasco y puso en práctica la vieja frase de “la unión hace la fuerza”.

Los más de 1,200 caminantes que llegaron juntos hasta el Distrito Federal lograron que la Secretaría de Gobernación les otorgara permisos de tránsito por México.

Al término de esa caravana, Fray Tomás y otros defensores de derechos humanos concluyeron que la caminata masiva evitó que el crimen organizado obtuviera “alrededor de 60 millones de pesos” de los migrantes.

Fray Tomás explica cómo hicieron el cálculo: si cada uno de los 1,200 migrantes hubiera pagado por lo menos 500 dólares de extorsiones durante su viaje en La Bestia; si decenas de ellos hubieran sido secuestrados (el crimen organizado pide como rescate entre 5 mil y 6 mil dólares por cada migrante), además si cada uno hubiese pagado a un coyote o pollero, se llegaría a esa cifra.

“Y ahí no sumamos todo lo que los migrantes tienen que ir pagando en el camino, solo contemplamos la parte que les quita el crimen”.

El hondureño Azael Cruz, uno de los migrantes que caminó en la caravana, dice que quiere llegar a Carolina del Norte, donde lo espera su abuela, quien le mando 2 mil dólares para la travesía y el pago del coyote.

Azael dejó la caravana en el Distrito Federal tras obtener el permiso de tránsito por México y tomó un par de autobuses para llegar a Altar, Sonora

—Mi amigo es el que conoce al coyote y no sé en cuánto quedaron para que nos pase. Cuando se le entrevistó, Azael aún estaba en Altar, esperando poder cruzar el desierto.

Si todo va bien con ese coyote, Azael recibirá una mochila, un pantalón, una camisa y las pantuflas con suela de alfombra. También le darán, por lo menos, un galón de agua.

Sobre la carretera que cruza Altar, una región calurosa, en donde las temperaturas llegan a rebasar los 40 grados centígrados, hay varios puestos callejeros.

En todos se puede encontrar casi lo mismo: mochilas, sudaderas, pantalones, gorras y paliacates fabricados con tela color camuflaje militar; cobijas, rosarios, zapatos, camisetas y calcetines, además de analgésicos, sueros y galones de agua en envases de color negro, todo lo que los migrantes necesitarán para cruzar el desierto

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