Las mismas reglas para todos

Los padres deportados con hijos ciudadanos deben de regresar junto a su familiares

En esta temporada nos preparamos para celebrar el natalicio de Jesucristo y sus padres, que eran inmigrantes. El Evangelio nos enseña que San Juan Bautista vino primero para “preparar el camino”. Juan le enseñó a la gente que deben arrepentirse de sus pecados, cambiar su forma de vivir y pedir perdón a Dios. Esto se puede aplicar a individuos como a las naciones, pero los Estados Unidos no destaca en el asunto de asumir responsabilidad por sus errores.

La semana pasada se me ocurrió que tal vez no era así, cuando el presidente y algunos senadores reconocieron que el gobierno había torturado a muchas personas. El Senado produjo un reporte que documenta la tortura empleada, además del hecho de que con ella no se logró recopilar inteligencia útil. Muy bien, pensé, tal vez el gobierno es capaz de admitir sus errores. Luego me di cuenta que solo los demócratas reconocían la tortura, que toda la culpa se iba a echar a la última administración republicana, y de que nadie iba a la cárcel; ni siquiera un despido.

Me imagino que así es como funciona el sistema. Cuando los partidos políticos alternan en poder cada uno critica a su antecesor pero nadie acepta la responsabilidad por lo sucedido antes. Ahora bien, agradecemos que el presidente haya dado su orden ejecutiva, que hace posible que los padres y las madres de ciudadanos pueden compartir con los soñadores en recibir aplazamientos y permisos de trabajo. Inclusive el presidente dijo que “hemos estado equivocando en la gente que deportamos, al separar los padres y las madres de sus hijos que son ciudadanos estadounidenses”.

Pero a la misma vez, nos enteramos que se han deportado a millones de personas, dos millones tan solo durante la administración Obama. Cientos de miles de ellos tienen hijos que son ciudadanos de los Estados Unidos. En muchos casos se han visto obligados a llevar sus hijos consigo a México o a los países centroamericanos. Allá se convierten en los blancos principales de plagios y extorsión.

Si ahora es malo deportar y separar una madre o un padre de sus hijos ciudadanos, lo era antes también. El gobierno debe reconocer lo malo que hizo antes y ofrecer la oportunidad de volver a estas madres y estos padres.

La Familia Latina Unida trabaja con algunas de estas familias separadas para que puedan regresar a sus esposas y esposos que quedaron atrás en los Estados Unidos para trabajar y enviar remesas de dinero a las personas deportadas. Esta política del gobierno no es consecuente.

En algunos casos, ni siquiera se concede una audiencia a madres y padres de niños que son ciudadanos estadounidenses. En otros casos les obligan a aguantar un proceso largo para asilo

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