Las curiosas formas de traficar droga en México

En Tijuana algunos recuerdan la historia de un anciano que cada semana cruzaba, por el mismo puesto de aduanas, la frontera a Estados Unidos a bordo de su bicicleta.

Todas las veces el guardia le preguntaba qué llevaba en su mochila. “Marihuana”, era la respuesta. Sonriendo, el agente le dejaba pasar.

Así mucho tiempo –algunos dicen que varios años, otros afirman que unos meses- hasta que un agente de aduanas con poco sentido del humor revisó el bolso del anciano.

Entonces supo que el hombre no mentía: en la mochila llevaba un paquete con marihuana.

Han pasado varias décadas desde que ocurrió la historia, pero la intención de los carteles de narcotráfico es la misma: eludir la cada vez más estricta vigilancia en la frontera con Estados Unidos.

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Catapultas, cañones de aire, submarinos, escondida en tamales, muñecos, esculturas religiosas, tortas (una especie de sándwich) de jamón, en tiburones congelados y hasta sujetos en drones son algunas de las formas como las bandas han intentado abastecer el mercado estadunidense.

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En los últimos años las autoridades mexicanas y estadounidenses han descubierto métodos ingeniosos para traficar droga.

Los carteles han usado otros métodos para arrojar droga por encima del muro que separa a México y Estados Unidos.

En 2012 agentes fronterizos encontraron latas con marihuana que fueron lanzadas desde Mexicali, Baja California, con un cañón neumático. El aparato usaba dióxido de carbono para impulsar los paquetes.

Los traficantes también han construido puentes metálicos para cruzar camionetas por encima del muro.

El método se descubrió porque, también en 2012, un vehículo se quedó atorado en lo alto de la cerca, cuando pretendía cruzar a Valle Imperial, California.

Recientemente soldados mexicanos confiscaron varias cajas con donas -piezas de pastelería-, porque en lugar de azúcar fueron espolvoreadas con cocaína.

Otro grupo, al parecer vinculado con el Cartel de Sinaloa, solía enviar por Tijuana latas con chiles rellenos de la misma droga, y en la garita de Mariposa, Arizona, se encontró un camión que transportaba paquetes de marihuana con forma de sandía.

La planta estaba envuelta en plástico verde, con vetas amarillas para simular la piel de la fruta.

Esconder droga en comida es muy frecuente. En ciudades fronterizas se han confiscado tamales y pepinos rellenos de cocaína, piñas con cristal (droga sintética) o tortas que en lugar de queso tenían anfetaminas.

Uno de los hallazgos más extraños lo realizó la Marina mexicana en 2009, cuando encontró un cargamento de tiburones congelados, que escondían paquetes con cocaína.

Estos ingeniosos métodos son apenas una muestra del tráfico de droga que diariamente se realiza entre México y Estados Unidos.

Autoridades de ambos países reconocen que una cantidad importante se esconde dentro de compartimentos secretos en algunos de los miles de automóviles que todos los días cruzan la frontera.

A estos receptáculos los traficantes les llaman “clavos”, y suelen construirse bajo el tablero de los vehículos, en el tanque de gasolina, las llantas o disimulados como una parte del motor.

En los compartimentos también suelen esconderse armas y dinero.

Otra técnica es construir túneles en ciudades fronterizas, como Nogales o Tijuana.

Las campañas militares contra el narcotráfico en México y el endurecimiento de la vigilancia en Estados Unidos han logrado reducir el flujo de drogas.

Pero también parecen impulsar el ingenio y creatividad de los cárteles, ansiosos por mantener abastecido su mercado.

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