Lo irresponsable de la democracia

Se debe de permitir el reingreso de los padres deportados con hijos estadounidenses

Me gusta la idea de la democracia. Si las personas que el pueblo elige resultan ser injustas, el pueblo puede elegir otros. Pero la democracia, por lo menos en los Estados Unidos, corrige sus errores muy lentamente. Los funcionarios nuevamente elegidos por los votantes parecen no aceptar responsabilidad por los errores de sus antecesores.

La historia nos enseña que difícil ha sido que los afroamericanos reciban la compensación que se les prometieron después de la Guerra Civil. Por cierto el pueblo indígena ha tenido que esperar mucho tiempo para recibir lo que la sociedad les debe. Los norteamericanos de origen japonés tuvieron que esperar muchos años para que por lo menos el gobierno les pidiera disculpas por las medidas que les impusieron durante la Segunda Guerra Mundial. ¿Y qué sucederá con los millones de personas deportadas bajo lo que casi todos ya dicen es una ley quebrada?

Todas las semanas personas acuden a nuestra iglesia buscando la manera buscando la manera por la cual sus seres queridos puedan regresar después de haber sido deportados. El presidente Obama, por fin, emitió una orden ejecutiva justa que para la deportación de madres y padres de niños ciudadanos estadounidenses mientras que el Congreso no pueda aprobar una ley de reforma migratoria. Pero bajo la administración, dos millones fueron deportados. La mayoría de los deportados tienen hijos que son ciudadanos norteamericanos o son residentes legales en los Estados Unidos. Los aplazamientos que se han concedido a los “soñadores también han dejado muchos de ellos separados de sus madres o sus padres por razón de la deportación.

¿Cómo explicarle a un muchacho de diez años de edad que no puede tener un padre porque su padre fue deportado antes de la concesión de la orden ejecutiva? ¿Qué puedes decir a una madre que tiene que criar a cuatro hijos, uno de ellos incapacitado, sin la presencia de su marido?

Todos saben que somos un pueblo que trabaja duro. Los deportados trabajaban mucho y a pesar de los salarios bajos compraron coches y hasta casas propias para sus familias. Al ser deportados los trabajadores, en muchos casos perdieron aquellos coches y aquellas casas por no poder pagar los pagos de los préstamos y las hipotecas. Se agotaron pronto los ahorros que les habían tomado años en acumular. Si nuestras leyes migratorias son injustas y deben ser reformadas, entonces ¿acaso no es injusto lo que ha sucedido a estas familias, que han perdido todo lo que trabajaron para conseguir durante muchos años?

Después de las elecciones de 2016 habrá otro Congreso y otro presidente. Si por fin ellos logran aprobar una ley de reforma migratoria, aun así no tendrán que aceptar la responsabilidad por el daño que ha sucedido a millones de familias, a millones de niños. Eso es lo que yo califico como “la irresponsabilidad de la democracia”.

En el caso de la irresponsabilidad de la democracia, nuestra comunidad debe aceptar la responsabilidad. A un nivel mínimo los padres y las madres de niños que son ciudadanos de los Estados Unidos y que hubiera calificado para un aplazamiento bajo la orden ejecutiva deben tener deben ser permitidos a regresar a este país bajo libertad condicional, para estar con sus familias de nuevo.

Sabemos que estos padres de familia y con frecuencia sus hijos también han sido convertidos en blancos de los secuestradores. Si el gobierno de los Estados Unidos no acepta responsabilidad para ellos entonces nuestra comunidad debe actuar para protegerlos. Activistas mexicanos nos han contado historias de casos en los cuales la presión ejercida a los consulados mexicanos en los Estados Unidos ha obligado al gobierno mexicano a que proteja estas familias y hasta efectuar la libertad de los secuestrados. Existen otros casos que presionar al gobierno de los Estados Unidos ha producido el resultado de que se les permite a personas deportadas regresar a este país si pueden documentar un “temor creíble” de ser sujetadas a la violencia.

Debemos organizarnos para defender nuestras familias en América Latina y las Antillas. Comenzaremos luchando por un caso a la vez, como hemos luchado en contra de la deportación de los soñadores y de las madres y los padres de los niños ciudadanos. Es una responsabilidad que debemos aceptar

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