Cuando la felicidad depende de los demás

Para hacer feliz a alguien, tienes que estar feliz contigo mismo

En la vida, así como en la física y química, siempre tiene que haber un balance.

En la vida, así como en la física y química, siempre tiene que haber un balance. Crédito: Viktor Hanáček / Picjumbo

Creo que la mayoría de nosotros cometemos este error garrafal. Estamos tan concentrados en quedar bien con Fulano, Mengano y Zutano, que nos olvidamos del personaje número uno: nosotros.

Si. Lo digo con certeza porque he visto el claro ejemplo frente al espejo. Una amiga a quien quiero con el corazón, sufre eternamente cuando un amigo decide dejarle de hablar, cuando una persona la miró mal o cuando siente que dijo algo que tal vez no fue de agrado total para alguien más.

Cada vez que la veo, le recuerdo lo siguiente: no eres monedita de oro, ni caramelo para caerle bien a todos. Sin embargo, pareciera que la felicidad de mi amiga dependiera de los demás, y eso es un grave problema.

Que lindo sería que esa fuera la fórmula mágica para un mundo perfecto. Yo te hago feliz a ti, tu haces feliz al vecino, y así, el mundo sería un planeta perfecto. Lo cierto es que eso jamás será posible.

En la vida, así como en la física y química, siempre tiene que haber un balance. Y creo, sin equivocarme, que la felicidad de una persona tiene que venir desde muy adentro. Para hacer feliz a alguien, tienes que estar feliz contigo mismo. He ahí el famoso secreto que hemos estado buscando por tanto tiempo.

Todos lo sabemos y pocos lo practicamos. Es por eso que los libros de autoestima y los programas de televisión que prometen ayudarnos a querernos un poquito más son todo un éxito. Porque al fin y al cabo, todos estamos buscando ser felices y disfrutar de esta vida que es tan corta.

Les cuento de mi amiga con tanta certeza, porque esa amiga soy yo. Si, hace poco tiempo decidí hacer un cambio, y bueno, hasta ahora me está funcionando muy bien.

Tengo un amigo a quien admiro y quiero mucho, sin embargo, por un pequeño malentendido decidió dejar de hablarme. En un principio, lloré, pensé, perdí el sueño y le daba vuelta a mi ‘cassette’ una y otra vez buscando una razón válida por su molestia conmigo.

En un día como hoy me puse a pensar en mi vida y me di cuenta que estaba perdiéndome de vivir por pensar tanto en los demás. No quiero que me malinterpreten y piensen que mi idea es de ser egoísta y olvidarnos que existen millones de personas a nuestro alrededor.

Sino darnos cuenta que nuestra felicidad viene de nosotros mismos, no podemos darle a una tercera persona el permiso para que ellos jueguen con lo más importante que tenemos: el derecho a ser felices.

En el fondo, creo que si todos fuésemos felices, satisfechos con nosotros mismos, no existiría la envidia, los chismes, ni las guerras. Verás porqué: ¿Qué le envidiarías a la vecina si tu sientes que eres hermosa? ¿Por qué hablar mal del compañero, si tu vida es tan espectacular que no tienes tiempo para dañar la reputación de alguien más?

Los invito a ser felices aunque sea por hoy. Los invito a tomar esa resposabilidad tan grande de saber que nuestra felicidad depende de nosotros. Como dice mi amigo Alberto, “cuando la felicidad depende de alguien más, estamos en problemas”.

Espero sus comentarios

@CarolinaSarassa

www.CarolinaSarassa.com

En esta nota

CarolinaSarassa Relaciones
Contenido Patrocinado
Enlaces patrocinados por Outbrain