Obispo de Kansas City destituido por proteger a pederasta

Después de tres años de ser declarado culpable en un escándalo sexual, el Papa Francisco lo retira de la Iglesia

Robert Finn fue el primer prelado de la Iglesia católica de EE UU en ser declarado culpable en un escándalo sexual.

Robert Finn fue el primer prelado de la Iglesia católica de EE UU en ser declarado culpable en un escándalo sexual. Crédito: Twitter

Ciudad del Vaticano

El papa Francisco aceptó ayer la renuncia del obispo de Kansas City, Robert W. Finn, tres años después de haber sido condenado por ocultar un posible caso de pederastia por parte de un sacerdote de su diócesis.

Como es la praxis, el Vaticano informa de la renuncia basada en el canon 401 párrafo 2 del Código Canónico, que obliga a los prelados a renunciar de su cargo en el caso de “faltas graves o enfermedad” y el papa debe entonces aceptarla o no.

Finn estaba siendo investigado por el Vaticano por haber ocultado pruebas de abusos a niños.

El obispo, de 59 años, ya había sido declarado culpable hace tres años en tribunales civiles estadounidenses y enfrentaba a una pena máxima de un año de cárcel y una multa de 1,000 dólares dólares,  pero finalmente fue sentenciado a dos años de libertad condicional por encubrir durante más de seis meses al reverendo Shawn Ratigan, al que se le encontró material de pornografía infantil.

Se trató en aquella ocasión del primer prelado de la Iglesia católica de EEUU en ser declarado culpable en un escándalo sexual y posteriormente se declaró dispuesto a colaborar en el proceso contra Ratigan.

Finn se convirtió así en el primer prelado de la Iglesia católica en ser condenado por su relación con un caso relacionado con abusos de menores en Estados Unidos.

“Estoy agradecido de que la acusación y los tribunales hayan permitido que este asunto llegue a su fin. La protección de los menores es lo prioritario”, dijo el obispo minutos antes de conocer el veredicto.

Además fue condenado a crear un fondo de 10,000 dólares destinado a ayudar económicamente a los menores víctimas de abusos sexuales y a iniciar un programa para asesorar a los miembros de su comunidad a detectar signos de abusos a menores.

En diciembre de 2010, Ratigan, que impartía clases en una escuela católica de primaria de Kansas, llevó su ordenador a reparar. Cuando el técnico descubrió que el disco duro estaba repleto de fotos de genitales de menores y de niñas desnudas, informó inmediatamente a los oficiales de la diócesis.

El obispo, a quien, según la fiscalía, Ratigan había confesado sus problemas con la pornografía infantil y que en mayo de ese año había recibido una carta del director del colegio alertando de que en una ocasión aquél había llevado sobre su regazo a una de las alumnas en un viaje en autobús y que solía animar a los niños a que rebuscaran caramelos directamente de sus bolsillos, decidió únicamente trasladar al sacerdote a un convento y ordenarle verbalmente que se mantuviera alejado de los menores.

Ratigan, sin embrago, continuó durante cinco meses más tomando fotografías de menores desnudas, hasta que los oficiales de la diócesis alertaron a las autoridades sin contar con la autorización de Finn.

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