Orquesta juvenil salvadoreña pone a bailar mambo en el Kennedy Center

Más de un centenar de niños y jóvenes han encontrado refugio en la magia de la música

Ambiente en el Kennedy Center.

Ambiente en el Kennedy Center. Crédito: María Peña

Washington.- En medio de la miseria y violentas pandillas en barrios marginados en San Salvador, más de un centenar de niños y jóvenes han encontrado refugio en la magia de la música. Anoche, en su debut en EEUU, la Orquesta Sinfónica Juvenil “Polígono Industrial Don Bosco” puso a bailar mambo al público en el Kennedy Center, uno de los escenarios más prestigiosos del mundo.

Su exquisita presentación de 21 temas, que incluyó música clásica, folclore salvadoreño y el popular “Mambo” de Pérez Prado, arrancó lágrimas, aplausos y ovaciones en la sala de conciertos. Algunos asistentes se abrieron espacio en la alfombra roja de sus pasillos para bailar el mambo.

Sólo que, en vez de una encumbrada orquesta, la de “Don Bosco” está integrada por 150 niños y jóvenes entre 8 y 20 años de edad, provenientes de barrios dominados por “maras” (pandillas) que han sembrado la violencia en el país.

Su llegada al prestigioso escenario, dos años después de su debut oficial en el Teatro Presidente en San Salvador, primero tuvo que superar trabas burocráticas, un complejo trámite de visas y enormes costes financiados por empresas del sector privado, como Avianca, y el Banco Mundial.

La mayoría de los jóvenes jamás había viajado en avión y, anoche, en el mismo escenario donde se han presentado artistas de fama internacional, el público los acompañó con las palmas y con sendas ovaciones de pie.

El “Padre Pepe”, el héroe detrás de los jóvenes

El “héroe” detrás del proyecto, según las autoridades salvadoreñas, es el sacerdote salesiano español, José María Moratalla, quien se radicó en el país centroamericano hace más de tres décadas.

En entrevista con este diario, Moratalla, mejor conocido como el “padre Pepe”, insistió en que los verdaderos héroes son los jóvenes, “gigantes dormidos que no logran despertar sus cualidades” sin el apoyo de la sociedad.

Estos jóvenes afrontan una realidad que no escogieron, y muchos viven en cantones donde, si atraviesan de noche un barrio en particular, corren el riesgo de amanecer muertos, precisó.

“Antes se podía hablar con las pandillas pero ahora ya no se puede, imponen sus normativas… necesitamos mucha ayuda, porque la música les puede abrir puertas y dar mejores alternativas que las maras”, dijo Moratalla, presidente de la Fundación EDYTRA y encargado de la orquesta juvenil.

Moratalla asegura que prefiere trabajar desde el anonimato “porque de nada te sirve la publicidad si estás muerto, cuando lo que necesitas son los medios para ayudar a estos chicos”.

El sacerdote sueña con que, una vez agotados los fondos administrados por el Banco Mundial, otras organizaciones acerquen el hombro para mantener con vida el proyecto.

Alternativa a las “maras”

Para alejarlos de las drogas, el silbido de las balas y la “ley del plomo” de las pandillas, la orquesta pone instrumentos musicales en las manos de jóvenes de 60 escuelas públicas de San Salvador, dándoles además una visión alternativa para su futuro.

Tanto es así que uno de los clarinetistas se ha ganado una beca para continuar su formación musical en Alemania.

El grupo, que ya ha formado a unos 500 alumnos, se creó en 2011 gracias a un fondo de un millón de dólares del Fondo Japonés de Desarrollo Social y administrado por el Banco Mundial.

Moratalla reconoce que la reinserción de los pandilleros no es una tarea fácil ni de corto plazo porque los jóvenes necesitan una oferta concreta que evite que regresen a ese mundillo.

“¿Cómo podemos reinsertar a los jóvenes, darles garantías de que si salen de las pandillas no los matarán sus propios compañeros?… no es tan sencilla la oferta”, observó.

Los países del llamado “Triángulo del Norte” – Guatemala, Honduras y El Salvador- registran los niveles de violencia más altos de Centroamérica. La tasa de homicidios en El Salvador, alimentada en parte por la guerra entre la policía y las maras, registra un promedio de 16 al día, según cifras oficiales.

La violencia, la pobreza y la falta de empleos y demás oportunidades de avance social siguen siendo la principal causa de la desintegración familiar en El Salvador y la emigración ilegal hacia Estados Unidos.

Por ello, el gobierno salvadoreño apuesta por un controvertido plan de seguridad que abarca la prevención, rehabilitación, reinserción, y el fortalecimiento de las instituciones.

Antes de regresar a El Salvador, el próximo 1 de mayo, la orquesta juvenil se presentará mañana miércoles en la Iglesia Sagrado Corazón, en pleno centro de la comunidad salvadoreña en Washington, y el jueves en la sede del Banco Mundial, que lleva a cabo proyectos sociales para jóvenes por un total de $300 millones.

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