Su majestad el pitcheo

El béisbol ha vuelto a la era del dominio en el juego por parte de los lanzadores, que apagan la pólvora de los esteroides

En Grandes Ligas los brazos son reyes.  A punto de cumplirse los dos meses de temporada, los aficionados de la pelota de la Gran Carpa continúan siendo testigos de grandes faenas desde la loma de los disparos.

Para muchos ya no es un secreto que el dominio de los lanzadores ha vuelto a imperar en los campos de pelota.

La corona del “Rey” Félix Hernández con los Marineros de Seattle, o el destellante retorno del as Matt Harvey con los Mets de Nueva York, o la gran mecánica del zurdo Zack Greinke de los Dodgers de Los Ángeles, son ejemplos que dibujan mejor la escena que se actúa en Grandes Ligas en estos tiempos.

Lo que ahora se ve es simplemente la continuación de una tendencia que viene desde hace unos ocho años. Desde el 2007, los promedios ofensivos han comenzado a declinar gracias, opinan expertos, a dos factores: las estadísticas y el fin de la era de los esteroides.

Adiós a los jugosos

Hace 15 años, la liga era el imperio de los jonroneros. Estadísticas muestran que en aquel entonces los equipos anotaban 5.14 carreras por partido, mientras que 47 jugadores pegaron al menos 30 jonrones.

Para el 2014, esos números se habían encogido con 4.07 carreras anotadas por encuentro y apenas 11 jonroneros que llegaron a los 30 vuelacercas.

Nelsón Cruz. Foto: Getty Images
Nelsón Cruz. Foto: Getty Images

Aunque los nombres de peloteros suspendidos por uso de sustancias prohibidas continúan escribiéndose en reportes en las Mayores y las sucursales, el declive en la producción ofensiva se puede atar a los controles para detectar el uso de esteroides.

En 2006, las Grandes Ligas comenzaron castigar a los peloteros con suspensiones más severas (50 partidos por primera vez, 100 por reincidencia y de por vida por una tercera falta). Desde entonces comenzó a notarse el descenso ofensivo.

Mientras que el año pasado Nelson Cruz apenas logró 40 jonrones con los Orioles de Baltimore, lejos de los 60 o más que se bateaban en la era de Mark McGwire, Sammy Sosa y Barry Bonds, en la Liga Nacional

Giancarlo Stanton se quedó a tres de esa marca. Esta fue la segunda temporada consecutiva en que ningún bateador del “Viejo Circuito” llega a por lo menos 40 bambinazos, racha que no ocurría desde las temporadas 1991 y 1992. Pero no solo las sanciones han afectado al poder.

Es aquí donde entran las estadísticas que en el béisbol revelan muchas cosas.

Poder de los números

Luego de tener que sufrir los palos de la era de los esteroides, los serpentineros han vuelto a pararse bajo los reflectores para reclamar lo que alguna vez les perteneció.

Ya se ha señalado cómo la producción de carreras y jonrones ha venido a la baja en los últimos ochos años, al menos. Pero el dominio de los que se suben a la lomita no solo se demuestra con eso. Los lanzadores han bajado el promedio de bateo a .251 en 2014, el más bajo desde 1972.

También han duplicado el número de juegos con por lo menos 10 ponches recetados en comparación con los que se registraron en 1998. Mientras que en 2007 sólo un lanzador tenía efectividad (ERA) de 3.00 o menos, la temporada anterior hubo 22 abridores con esta marca.

Para muchos, estas actuaciones recuerdan a la pelota que se jugaba en 1968, cuando los nombres de élite en el pitcheo eran los de Bob Gibson, Luis Tiant, Juan Marichal, Denny McClain o Tom Seaver.

El regreso a esa era de antaño se debe a que ahora las estadísticas les permiten a los lanzadores saber las debilidades de cada jugador. Por eso no sorprende que el lanzamiento del legendario Mariano Rivera viva un auge entre los brazos de Grandes Ligas.

En 2004, sólo el 1 por ciento de los brazos de las Mayores manejaba el “cutter” (recta cortada); en 2014 el número subió al 6.2 por ciento. Y como el secreto del buen lanzador es saber combinar sus lanzamientos, el contar con el “cutter” junto a una buena recta de cuatro costuras y una decente de dos trenzas les da a los brazos tres lanzamientos básicos para mezclar con su arsenal de cambios y pelotas rompientes.

Y con el número de ases en ascenso, que controlan sus rectas que van a 96 o 97 millas por hora, el dominio de los lanzadores parece tener cuerda para rato.l

Una tendencia que continúa

Durante las últimas temporadas, el ritmo de jonrones se ha mantenido constante, al menos en la porción de la temporada del mes de abril. En abril del 2012 se conectó un jonrón por cada 40 apariciones en el plato. En 2013, la incidencia fue de un vuelacercas por cada 37 apariciones.

Para 2014, la cifra fue un bambinazo en cada 43 presentaciones en la caja de bateo. Este abril, el número fue un palo de vuelta entera por cada 42 presencias. Un dato que cambia de manera muy lenta es el de los jonroneros de raza. Barry Bonds sacaba un jonrón cada 13.2 viajes al plato, mientras Babe Ruth lo hacía  cada 14.3 turnos y Alex Rodríguez cada 15 visitas a home con el madero.

‘Kryptonita’ contra los brazos

Así como Superman se debilita con la Kryptonita, hay toleteros que son letales para los lanzadores que dominan la liga. Cuando faltan unos días para que se cierre el segundo mes de la campaña, ya destacan los leños de los siguientes peloteros:

Nelson Cruz (SEA)                                                                  17 HR

Bryce Harper (WAS)                                                                16 HR

Mark Teixeira (NYY)                                                                13 HR

Todd Frazier (CIN)                                                                  12 HR

Giancarlo Stanton (MIA)                                                       12 HR

Edwin Encarnación (TOR)                                                    12 HR

Joc Pederson (LAD)                                                                12 HR

Ryan Braun (MIL)                                                                     11 HR

Otros tres bateadores empatados con 11
(Hasta el domingo 24 de mayo)

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