El transporte público es crítico para la comunidad
El transporte público de la ciudad de Nueva York es vital tanto para los neoyorquinos como para los recién llegados de todo el mundo que buscan trabajo, ir a la escuela, o encontrar un hogar. En muchos casos, nuestras redes de trenes subterráneos y autobuses son una herramienta fundamental que permite el acceso a estas oportunidades para aquellos que quieren construir una vida exitosa para sus familias.
Pero los usuarios del transporte público se han dado cuenta que las tarifas siguen subiendo y el servicio ha desmejorado. Los trenes y autobuses se retrasan cada vez más y hay más hacinamiento, y una tarjeta Metrocard ilimitada puede costar actualmente hasta $3,000 al año para una familia, y según los mismos informes de la MTA, los retrasos del metro han aumentado en casi un 50%.
La Riders Alliance, una organización de base de usuarios de metro y autobús, compiló las “historias de horror del subway” de cientos de usuarios. Ellos se quejan de que han perdido entrevistas de trabajo, clases y han recogido tarde a sus hijos de la guardería cuando los trenes se dañan o están retrasados.
Solucionar este problema obliga a reconsiderar cómo financiamos el transporte público. En la actualidad, la Autoridad Metropolitana de Transporte tiene un déficit de $14,000 millones en su plan de inversiones de $32,000 millones para el mantenimiento, reparaciones y mejoras en los próximos cinco años. La infraestructura se deteriora y la MTA no puede ponerse al día sin que penda la amenaza de trasladar los costos a los consumidores.
Es justo que esperemos el mayor nivel de eficiencia de la MTA si tanto los conductores como los usuarios van a asumir más la carga de la financiación de nuestro sistema de transporte. Al realizar una exhaustiva auditoría del presupuesto, podemos asegurarnos que la MTA está gastando efectivamente los fondos antes de pedir un alza de tarifas.
Como presidente del nuevo subcomité de Infraestructura de la Asamblea estoy trabajando para encontrar alternativas para financiar la MTA, tales como dedicar un porcentaje fijo de los $6,000 millones que el estado obtuvo de los acuerdos con los bancos y las aseguradoras durante el año pasado, o comisiones a los servicios de carro que destinen 50 centavos de cada viaje al transporte masivo de compañías como Uber y Lyft, que actualmente no contribuyen como los taxis amarillos o verdes de nuestra ciudad. También necesitaremos un plan a largo plazo de tránsito regional similar al de Move NY, que garantiza la equidad condal, y más voluntad política para asignar ayuda estatal directa al tránsito.
Si nuestro gobierno estatal no interviene, la MTA tiene una de dos opciones: (1) puede seguir retrasando nuevas compras, lo que conduciría a más averías y a más retrasos, o (2) puede hacer que los usuarios asuman los costos. El contralor estatal Tom DiNapoli advirtió que podría haber un 15% de aumento en las tarifas si la MTA tiene que reducir su déficit presupuestario sin más ayuda gubernamental.
En menos de un mes finalizará la sesión legislativa en Albany, y hay mucho en nuestra agenda: el fortalecimiento de las leyes de alquiler, resolver controvertidos subsidios fiscales, aprobar el DREAM Act, y más. Sin embargo, este es el momento de actuar para financiar la MTA. Debemos tomar decisiones difíciles pero necesarias para financiar completamente nuestro sistema de transporte y actualizar la infraestructura.