Más de medio siglo de embargo en Cuba contado a través de sus autos (FOTOS)

Hay dos cosas que pueden decirse que marcan la Cuba moderna: Fidel Castro y la respuesta de Washington a su figura: décadas de embargo comercial.

Cuando el secretario de Estado de EE.UU, Jhon Kerry llegue el viernes a conocer la nueva embajada se encontrará con los efectos del embargo… en las carreteras del país.

Los automóviles clásicos son omnipresentes en Cuba.

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Muchos cubanos creen que la situación mejorará si se retira el embargo.

Muchos cubanos creen que la situación mejorará si se retira el embargo.

Pero mientras que los iconos de los 50, el Chevrolet, Buick y Studebakers son una parte clave del atractivo turístico del país, son también una expresión flagrante y visual del embargo, que entró en vigor en 1960.

“Con estos carros, siempre hay que hacer algo”, dice Nidialys Acosta de la empresa de alquiler de automóviles clásicos, Nostalgicar.

“Por ejemplo, terminamos la restauración del auto azul hace tres años”, dice ella, señalando hacia una Chevrolet Bel Air turquesa de 1955, amorosamente llamada Nadine.

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“Ahora tenemos que pintar de nuevo, restaurar el motor y fijar la carrocería. ¡Nunca termina!”.

Nostalgicar

Nidialys y su esposo Julio abrieron Nostalgicar después de que el hermano de Fidel Castro, Raúl, su sucesor como presidente, relajara las normas relativas a la empresa privada en 2008.

Apasionado mecánico, Julio aporta la experiencia con los automóviles mientras Nidialys cuenta con la visión para los negocios.

Pese a unos comienzos difíciles, el negocio de Julio y Nidialys fue un éxito.

Pese a unos comienzos difíciles, el negocio de Julio y Nidialys fue un éxito.

Por supuesto, las piezas originales para este Chevrolet Bel Airs son difíciles de conseguir y Nostalgicar tiene que depender de proveedores especializados en Florida o Texas, a veces viajando a EE.UU. en persona y llevando las piezas de nuevo en su equipaje o pidiendo a amigos y familiares que les hagan de “mulas”.

Parte de una emergente clase de propietarios de negocios, Nidialys y Julio arriesgaron mucho cuando dieron el paso hacia el sector privado. Pero tres años después, la empresa es un éxito.

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Los partidarios del embargo en el congreso de Estados Unidos dicen que a lo largo de los años, las sanciones comerciales obligaron al gobierno cubano a relajar su control sobre la economía, creando así nuevos espacios para empresarios como Nidialys y Julio. Su éxito, argumentan, es gracias al embargo, no a pesar de él.

Nidialys, sin embargo, espera verlo retirado.

Los automóviles de los 50 son parte del atractivo turístico del país.

Los automóviles de los 50 son parte del atractivo turístico del país.

“Para mi negocio, que Obama ponga fin al embargo sería lo mejor porque significa más turistas estadounidenses alquilando nuestros automóviles, más facilidad para traer las piezas y para mantener y restaurar más automóviles. Es lo mejor”, dice.

Dejo Nostalgicar para conocer a un agricultor de las afueras de La Habana. A sólo 20 minutos en automóvil más allá de los límites de la ciudad, el campo se vuelve espeso y fértil.

Doane Silva cultiva frutas y verduras: papaya, mangos, guayabas, tomates y lechugas. Gran parte de esto va al Estado, pero desde las reformas de Raúl Castro ahora puede vender algunos de sus productos directamente al consumidor.

Los padres y los abuelos de Doane trabajaron esta tierra antes que él, pero quiere algo mejor para sus hijos.

Muchos de estos autos de La Habana lucen muy cuidados pese a tener más de medio siglo.

Muchos de estos autos de La Habana lucen muy cuidados pese a tener más de medio siglo.

En medio de la granja está un robusto tractor de Rusia, al que le falla su motor de arranque. Nos muestra cómo da sacudidas al ponerlo en funcionamiento.

Cuando se le pregunta si querría que el embargo se levante, Doane se encoge de hombros.

“Es una larga lista (lo que necesito)”, dice, antes de nombrar a pulverizadores para cultivos, semillas y neumáticos del tractor como sus necesidades más urgentes.

Miedo a las multinacionales

Doane tiene miedo de la posición en que quedaría si Washington da el controvertido paso.

“Por supuesto, si nos fijamos en el tamaño de la tierra que tenemos”, dice señalando a las pocas tierras que hay en frente de nosotros, “las empresas multinacionales pueden entrar y comenzar a obligar a los productores más pequeños, como nosotros, a que nos marchemos”.

Pero es un riesgo que está más que dispuesto a tomar.

Un grupo de hombres tratan de reparar el carburador de un Lada.

Un grupo de hombres tratan de reparar el carburador de un Lada.

“Mis hijos, obviamente, tendrían una vida mucho mejor si no existiera este embargo”, considera.

Hay otros automóviles en la carretera que proporcionan una evidencia física del pasado de Cuba: los modelos de fabricación soviética Lada y Moskvitch, de los días en que la URSS apoyaba la economía cubana.

Me encuentro con un grupo de hombres en La Habana toqueteando bajo el capó de un Lada.

Se necesita un nuevo carburador, una pieza que costaría traer los salarios de un año para el trabajador promedio cubano, entre US$200 US$220. Así que tratan de arreglarlo por sí mismos.

Uno de los mecánicos, Raúl, habla un inglés excelente. Resulta que es el hijo de Ramón Sánchez-Parodi, quien una vez fuese el principal diplomático de Cuba en Washington.

Su Lada azul perteneció a su padre, que lo adquirió hace más de 30 años.

Como la mayoría de los cubanos, Raúl quiere ver el embargo desaparecer. Pero después de haber vivido en los EE.UU. en el apogeo de la Guerra Fría, no se hace ilusiones de que vaya a suceder pronto.

¿Desaparecerían estos carros con el fin del embargo? Los turistas los adoran.

¿Desaparecerían estos carros con el fin del embargo? Los turistas los adoran.

“Va a tomar un montón de años. Pero creo que si el embargo termina, será bueno para Cuba. No sé cuán bueno será, pero tiene que ser mejor que vivir así”, dice.

Sin embargo, también está de acuerdo en que Cuba podría perder algo intangible si de repente todos los productos bajo el sol se encuentran fácilmente y a bajo precio.

“Cuba va a perder el encanto que tiene. Bueno, ese es el precio que tendremos que pagar”, asegura con una sonrisa.

¿No es eso simplemente romanticismo?, le pregunto.

“No, es real, porque Cuba no es un país común”, sostiene Raúl. “Ves cosas aquí en Cuba que no se puede ver en cualquier otro país. Y ése es el encanto. No quiero que Cuba se transforme en Puerto Rico o simplemente en un país más del Caribe”.

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