Crisis en los mercados Made in China
Las bolsas y las materias primas se desploman en todo el mundo. Un terremoto con epicentro en la segunda economía del mundo y mercados emergentes
Los números rojos en los índices bursátiles que se vieron en todos los mercados del mundo son en muy buena medida Made in China. La gran fábrica del mundo, la segunda economía más importante del mundo, una de las locomotoras de la economía mundial está desacelerándose. Pero no solo eso. Sus mercados están pinchando, algunos de sus pilares (la deuda) están muy débiles y el efecto dominó que ejerce este gran país ha llenado de dudas a los inversionistas del planeta sobre la marcha de la economía global.
Desde la costa este de EEUU gestores de hedge funds, planes de pensiones entre otros observaban el domingo por la noche la ola de pérdidas que se originaba en Asia. El índice de Shanghai perdía un 8.5% y con ello las ganancias de todo el año. El Nikkei de Japón cedió un 4.6%. Los contratos de futuros en Wall Street ya preparaban serias pérdidas. Antes de cerrar con caídas que rondaban el 5% los principales mercados de Europa (lo peor desde 2008), el Dow Jones, uno de los dos grandes índices de Wall Street, abría con caídas de 800 puntos que se convirtieron en más de 1,000, casi un 5% en apenas minutos.
A medio día se recuperaron algunas cotizaciones, lo que abrió oportunidades a los inversionistas más templados, pero al final de la jornada de cotización volvieron la fuertes caídas. Y fue el quinto día consecutivo en rojo.
El S&P500 cerró con una caída de 78 puntos, el 3.9%, mientras que el Dow Jones se dejaba 588 puntos (un 3.6%). En el caso del Nasdaq se perdieron 180 puntos, un 3.8%.
Fue un día para la historia de las estadísticas más oscuras en el mundo de la inversión. Las peores pérdidas en cuatro años en EEUU.
Con los índices, el precio de las materias primas, metales, petróleo, gas, también aceleraban su desplome. Ni siquiera los llamados valores refugio se reforzaban: el dólar, el oro y los bonos estadounidenses también perdieron rentabilidad. Lo único que subió, pero mucho, fue el VIX, el llamado índice de la volatilidad conocido como el índice del miedo, y que llegó a máximos registrados en 2011 cuando se temía una segunda recesión.
Quienes estén invirtiendo para el largo plazo en sus fondos de pensiones tendrán un mal rato cuando les llegue el balance trimestral porque a decir de los analistas, las grandes pérdidas acumuladas de los últimos días no pararán. Los economistas de Barclays incluso llegaron a mandar una comunicación a sus clientes a medio día descartando que en este ambiente la Reserva Federal subiera las tasas de interés pese a que hace unos días se descontaba con que esto ocurriera en poco más de 15 días.
Y ¿Por qué?
La bolsa no es la economía pero si descuenta escenarios futuros. Y el problema que está detectando es que la desaceleración china se traslade al resto de las economías de la zona. De hecho, salvo en India, es difícil ser optimista. Y eso es algo que repercute negativamente en los mercados emergentes cuando, además, las economías desarrolladas no están del todo seguras tras la crisis.
El mal momento chino no es solo la ralentización sino que no parece que lo que haga el Gobierno sea lo suficientemente rotundo como para detener el deterioro. Y eso, a unos mercados acostumbrados a salvavidas, pesa.
Además repercute en Latinoamérica porque muchas de sus economías dependen no solo de la inversión directa sino del mercado exterior con este país, tradicional gran consumidor de materias primas con las que alimentar su crecimiento. Con menos avance en el PIB la demanda de estas es menor. Y eso es algo válido también para las economías que dependen del petróleo. Venezuela, México, Colombia y las de Oriente Medio.
El barril cotizaba ayer por debajo de los $40, buenas noticias para los consumidores pero muy malas para los productores que no hacen más que revisar sus perspectivas de crecimiento a la baja.
Estas economías, que se sumaban al consumo mundial ahora van a tener peor crecimiento y eso, se temen algunos economistas, puede llegar a poner más piedras en el camino de una maltrecha Europa y unos EEUU donde el potencial de crecimiento es más bajo que hace 20 años y ha experimentado la recuperación más lenta de la historia reciente tras una fuerte crisis. Peor aún, la política monetaria en manos del Banco Central Europeo y la Fed ha usado casi toda su munición para atajar la crisis, no han normalizado sus estrategias y no tiene mucho margen de maniobra en caso de nuevas turbulencias.