Dos trimestres consecutivos con retrocesos en el PIB dejan a los países técnicamente en recesión. Y ahí está Brasil desde el viernes cuando se hizo oficial que su economía se contrajo durante el segundo trimestre un 1.9%. En los primeros tres meses del año la contracción fue del 0.7% y no el 0.2% inicialmente estimado.

El país, cuya evolución económica había sido calificada hasta hace poco de rotundo éxito, ha dado un giro total para profundizar en una fuerte crisis que ha disparado el desempleo hasta el 7.5%, cuando en diciembre era del 4.3%, y la inflación al 9%, tres veces por encima de lo deseado. Las tasas de interés están por encima del 14%. Eso junto con las medidas de austeridad impuestas para rebajar el gasto público  además las subidas de impuestos han precipitado el consumo que no ha dejado de caer en meses.

Una de las razones de la crisis está a medio mundo de Rio de Janeiro. Brasil ha debido buena parte de su crecimiento a sus exportaciones a China, una potencia que está ralentizando su crecimiento y por tanto su demanda y sus compras. Los recursos clave en la economía del país, el petróleo, café, metales industriales, entre otros, han visto sus precios precipitarse a mínimos no vistos en media década. Y a esto hay que añadir una gran brecha abierta en la confianza en las instituciones debido a los escándalos de corrupción en la petrolera Petrobras y que están llegando a miembros del partido de la presidenta Dilma Rousseff.

Revisión a la baja

Los economistas de la agencia de calificación de deuda Moody´s rebajaron sus perspectivas de crecimiento de la economía mundial para dejarla en el 2.8 frente al 3% inicialmente calculado. Su anterior previsión se hizo hace apenas 10 días.