Los domingos en SoHo
Jorge Viera, presentador de noticias de Univision Nueva York, nos cuento cómo le cautivó uno de los barrios de la ciudad.
Cuando llegué a Nueva York hace dos años, nunca pensé que terminaría enamorado de la ciudad. Cuando venía de visitante no podía entender cómo cabía tanta gente en un espacio tan limitado.
Conviven los sueños con la realidad, más realidad que sueños… jajaja.
Aquí se vive en el caos las 24 horas, algunos taxistas no respetan a los peatones, las personas caminan a toda prisa sin mirarle los ojos a nadie… es que nadie tiene tiempo ni para los detalles.
En esta ciudad también se toman las decisiones financieras más importantes del mundo. Siempre digo que todo comienza en Wall Street y termina en Ushuaia, el lugar más austral del mundo.
Vivo a la orilla del río Hudson, del lado de New Jersey. Desde mi cama veo el Empire State Building, que todas las noches iluminan de diferentes colores, dependiendo del acontecimiento que esté ocurriendo en la ciudad: un juego de los Yankees, los Giants o lo que decidan.
Cuando llegué pensé que cruzar de estado era complicado, pero en el área triestatal (New Jersey, New York, Connecticut) todo está más cerca de lo que uno piensa. Por eso los domingos me encanta tomar el tren conocido como el Path, que viaja debajo del río Hudson y tiene diferentes paradas, como Chelsea y Cristopher. Esta última queda muy cerca del barrio de SoHo, de 15 a 20 minutos caminando. Es un paseo bonito porque puedes admirar un lindo paisaje urbano.
SoHo en los años sesentas y setentas se hizo famoso cuando las antiguas fábricas que ahí había cerraron y muchas fueron divididas en lofts y estudios, donde por mucho tiempo vivieron y trabajaron artistas, sobre todo pintores.
Después, como suele suceder, llegaron las tiendas, bonitos restaurantes y se convirtió en uno de los lugares más exquisitos para comprar ropa. Es un mall gigante al aire libre. Los artistas se mudaron a zonas más baratas.
Lo disfruto no porque salga a comprar nada, sino porque cada vez que entro con Anna a las tiendas veo a una cantidad de gente matándose para comprar hasta un par de medias.
Otra de las cosas que me impresiona mucho es que no importa de qué parte del mundo vengas, de repente las personas llegan a ese barrio y cambian su vestimenta y caminan como si fueran estrellas de la moda.
Tengo que admitirlo: lo que una vez me parecía una locura, ahora me cautiva. No solo por la moda, sino por la transformación que esta ciudad puede generar en la gente. Así que para mí, SoHo se ha convertido en uno de los lugares más exquisitos para disfrutar en la Gran Manzana.