¿Está preparado México para un “huracán” monstruo?

MÉXICO

Horas antes de que el huracán Patricia se depreciara, cuando se dirigía hacia las costas de Colima y Jalisco con toda su furia, el presidente Enrique Peña Nieto dijo que “México estaba preparado para recibirlo” con todo y los precedentes de monstruos destructores como Manuel que devastó Guerrero en 2013.

Para Patricia, el huracán más violento de la historia, según de vaticinaba, el gobierno mexicano movilizó a todo su equipo de Protección Civil, incluyendo 5,900 soldados y 4,000 policías federales para la evacuación y respuesta inmediata en caso de catástrofes: helicópteros, ambulancias aéreas, de terapia intensiva, autobuses patrullas, buzos y lanchas.

Paralelamente iniciaron los centros de acopio y la solidaridad de gobiernos locales como el del Distrito Federal no se hizo esperar. Desde la capital del país, dos horas después del impacto del huracán, partieron para apoyar cualquier contingencia ocho camionetas, dos autobuses y 10 caravanas de salud con 50 epidemiólogos, 40 médicos, choferes y operadores.

La buena noticias del debilitamiento dejó a todas las previsiones fuera de la jugada y con la duda nacional sobre la capacidad de reacción de México en caso de una catástrofe de la magnitud que se esperaba: más fuerte que Catrina o , dos huracanes mortales que marcaron a la humanidad en los últimos años.

“El país tiene capacidad de reacción, pero no es lo mismo atender la franja costera de Jalisco que de Oaxaca o Guerrero, donde hay muchos problemas de construcciones vulnerables porque por corrupción se permitió construir aunque fuera zona de riesgo o donde las  situaciones políticas afectan la toma de decisiones inmediatas”, observa el periodista Hugo Pacheco, del periódico El Sur de Acapulco, quien documentó irregularidades.

En 2013,  el huracán Manuel dejó más de un centenar de muertos, decenas de desaparecidos y miles de evacuados que no pudieron regresar a sus casas por problemas de inseguridad en la infraestructura.

“Todos los problemas, al final de cuentas son un asunto de desigualdad, y en muchas zonas el país aún no está preparado para un huracán así porque en las zonas de los pobres no funcionan los protocolos”.