Editorial: Una reforma penitenciaria muy necesaria

La reducción en el confinamiento solitario ayudará a la reinserción del preso a la sociedad

La decisión del presidente Obama de cambiar el trato a los prisioneros en el sistema federal correccional se encuadra en un movimiento para corregir leyes y normas que fueron aprobadas en una época pasada de mano dura contra el crimen.

El mandatario adoptó las recomendaciones del Departamento de Justicia para reformar el uso de alojamiento restrictivo en las prisiones, como es el aislamiento para jóvenes y para detenidos por delitos menores. Además se propone la expansión de las unidades de salud mental para quienes no pueden funcionar en la población penitenciaria, limitar el uso de la segregación como castigo y pedir a los directores de prisiones que extiendan el tiempo que los reos pasan fuera de su celda. Varios estados como California, Colorado y Nueva México ya introdujeron cambios para reducir la cantidad de gente en confinamiento solitario.

Esto se produce un día después de que la Suprema Corte de Justicia determinó la retroactividad de su fallo del 2012, el que prohibía condenar a cadena perpetua sin posibilidad de libertad a un menor de edad. Las opciones dadas por el Alto Tribunal para cerca de 2,000 personas es una nueva condena o hacerlos elegibles para libertad bajo palabra. En muchos de estos casos se dieron sentencias automáticas en casos de homicidios sin considerar otros atenuantes como su juventud.

Al mismo tiempo, en el Congreso hay un proyecto de ley bipartidista para reducir condenas. Por ejemplo, las sentencias obligatorias a los culpables de delitos de drogas que no son violentos. Ahora este proyecto está detenido en el Senado por un puñado de republicanos opuestos a  su bancada por temor a dañar la imagen republicana de dureza contra el crimen.

Estados Unidos tiene el sistema penitenciario más grande del mundo, a un costo monumental y con un elevadísimo nivel de reincidencia. Lamentablemente la politiquería es parcialmente responsable de ello. Un ejemplo es el senador Ted Cruz, quien respaldó en su momento el proyecto de reforma de condena, pero ahora en plena campaña presidencial se opone alegando que dejará libre a miles de delincuentes peligrosos.

La teoría de encerrar al delincuente y tirar la llave no sirve, como tampoco el crear condiciones inhumanas para los presos. Las propuestas de cambio tienen la meta correcta de reinsertar al individuo en la sociedad en vez de darlo por perdido.

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