Editorial: Urge llenar la vacante de Scalia

Se perjudica el accionar del Poder Judicial si el Senado decide dejarlo para el proximo presidente

Los republicanos que controlan el Congreso ya decidieron que la administración del presidente Barack Obama lleg�� a su fin, a pesar que le queda casi un año de gobierno. Hace unas semanas se negaron a escuchar el presupuesto enviado por la Casa Blanca sin haberlo visto, de la misma manera que ya decidieron que no aceptarán reemplazante alguno para el fallecido juez de la Suprema Corte de Justicia, sin importar quién será el recomendado por el mandatario.

En el caso del presupuesto, el rencor político es un desaire al presidente, en el caso de la consideración de un juez del Alto Tribunal, es un boicot constitucional que perjudica gravemente el funcionamiento del Poder Judicial.

No solo están en juego importantes decisiones que se esperan para junio, sino que perjudica los casos que serán escuchados en la próxima sesión que empieza en octubre. Al ver de los historiadores, si ahora el Senado rechaza cumplir su deber de “asesorar y consentir” este será uno de los periodos más largos, cargados de casos,  con un tribunal incompleto incapaz de cumplir con su función.

Es comprensible la preocupación conservadora ante el fallecimiento sorpresivo de su figura más sobresaliente en el Supremo. El reemplazo de Scalia por un juez centrista o liberal cambiará el equilibrio actual que está 5-4 en favor de los conservadores. Por ese motivo quieren dejar la nominación del reemplazante del juez para el próximo presidente con la esperanza de que sea un republicano.

Que no quepa duda, el bloqueo del Senado anunciado por el líder de la mayoría, Mitchell McConnell y el presidente del Comité Judicial, Chuck Grassley, es un acto de partidismo político y nada más. Como suele ocurrir en estos casos, hay un guerra legalista en ver el pasado. Lo importante e indiscutible, es que sí existen numerosos antecedentes de confirmaciones de jueces para el Alto Tribunal durante el último año de una presidencia. Quien diga lo contrario falta a la verdad.

Finalmente la nominación de jueces para llenar una vacante en la Suprema Corte es una prerrogativa presidencial. Obama tiene el derecho de designar a un juez que tenga su doctrina judicial, esa misma que se votó en una elección que lo llevó a la Casa Blanca. Lo irónico de este mundo al revés es que quienes ignoran olímpicamente la Constitución, como en este caso, son los acusan al presidente de no respetarla.

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