La ciudad de los ataúdes en El Salvador

El negocio que crece por la violencia que azota al país centroamericano

Carlos Pacheco dice que nació en la panadería. Es su oficio y su vocación. Sin embargo, la escalada de asesinatos y violencia que está viviendo El Salvador lo llevó a cerrar su local e instalar en ese mismo lugar una empresa más lucrativa y estable: un taller de ataúdes.

En Jucuapa, donde Pacheco vive, tener un taller artesanal de féretros es tan común que esta localidad de 18,000 habitantes es conocida como “la ciudad de los ataúdes”.

“Todos vendemos ataúdes”, dice a BBC Mundo Pacheco, quien bautizó a su taller “El reposo eterno”. El salvadoreño de 44 años se apresura en aclarar: “No es algo para enriquecernos, sino un medio para mantenernos”.

Así como todo ser humano tiene hambre y debe comer pan, a todos les llega la muerte, explica. No obstante, en El Salvador a muchos les termina por llegar de forma violenta.

En el país más violento

En 2015, El Salvador, un país con 6 millones de habitantes, se convirtió en el más violento del mundo, con una tasa de 103 homicidios por cada 100.000 habitantes.

Pero 2016 comenzó aún peor. Según datos de la Policía Nacional Civil publicados por el diario local El Faro, en el primer trimestre del año murieron asesinadas 603 personas, 19 cada día.

La cifra de homicidios subió 78% respecto al mismo período del año anterior.

Los habitantes de Jucuapa, un municipio rural ubicado a unos 100 kilómetros de San Salvador, han recurrido a su tradición como fabricantes de ataúdes para escapar de la violencia y, a su vez, vivir con ella.

Pacheco cuenta que para cuando cerró su panadería, hace 4 años, tres o cuatro de sus empleados habían sido asesinados. Ya no lo recuerda bien. Lo seguro es que dejó de contratar personal y empezó a atender el negocio él mismo hasta que ya no lo soportó.

El rubro de los ataúdes “es más seguro”, dice. Sin embargo, opina, el margen de ganancia se ha ajustado debido a la creciente competencia.

El negocio de la muerte

De acuerdo con El Faro, actualmente hay 18 talleres de fabricación de ataúdes registrados en Jucuapa.

“En esta ciudad es donde hay más talleres de todo El Salvador”, dice Cecilia Gómez, dueña del taller Nuevo Renacer. “La mayoría de las personas trabajamos de esto”.

Gómez, de 50 años, abrió el taller junto con su marido e hijas hace dos años. El matrimonio pasó de trabajar en una fábrica de cajones a tener 15 empleados.

En Nuevo Renacer fabrican entre 30 y 40 ataúdes por semana, y venden entre 10 y 25 en el mismo período de tiempo. Sus precios van de US$110 a US$300.

Por ahora sólo han vendido uno para afuera de El Salvador, a Honduras, pero en Jucuapa hay quienes exportan a este país vecino y a Guatemala.

Por su parte, en El Reposo Eterno el cajón más barato se vende a US$100, mientras que el más caro vale US$600. Sin embargo, hay talleres del municipio que fabrican ataúdes de hasta US$1.200.

¿En declive?

El 26 de marzo las principales pandillas que operan en El Salvador acordaron el cese unilateral de la violencia.

“Desde el 1° hasta el 25 de marzo hubo 547 asesinatos en El Salvador, un promedio de 21,9 cada día. Entre el 26 y el 31 de marzo, hubo 56, un promedio de 9,3 cada día”, informó El Faro.

Para Pacheco, este descenso en la tasa de homicidios ya se está sintiendo en las ventas. “El negocio de los ataúdes va a ir bajando y varios van a cerrar”, proyecta.

Y aunque eso le pueda costar el trabajo a él mismo, afirma que no le importa. Querrá decir que cayó la delincuencia en El Salvador.

En esta nota

El Salvador Pandillas violencia
Contenido Patrocinado
Enlaces patrocinados por Outbrain