Escuela de verano
El verano no es momento para desconectar y dormitar sino para espabilar y llevar la contraria al autor Bernard Shaw quien decía que “la juventud se malgasta en los jóvenes” (The youth is wasted on the young).
Los meses del calor y del fin de la obligación de acudir a las clases es un momento más que oportuno para preparar a los adolescentes para el mundo mediante un trabajo no importa lo fácil o simple que sea. Según el Aspen Education Group, es un gran momento para construir la hoja de vida.
Desde esta organización se explica que pedir a un chico o chica de esta edad a que contribuya con su labora a la sociedad, “pone en marcha la ética del trabajo”. Adicionalmente llega un aprendizaje práctico con ello porque es el momento en el que el joven está frente a frente con un formulario que rellenar con sus datos, entendiendo su personalidad desde un punto administrativo.
Y lo bueno es que para sacar beneficios de este tipo de actividad ni siquiera hay que buscar un trabajo que satisfaga plenamente las aspiraciones profesionales de un adolescente que tiene tiempo aún para elegir muchas cosas en la vida. Es bueno que si un joven quiere estudiar gestión hotelera empiece como maletero o en haciendo recados en la recepción pero lo más importante de estos trabajos de verano no son los aspectos técnicos que se pueden aprender sino, como recuerda el Aspen Group, capacidades generalistas como la puntualidad y la gestión del tiempo mientras que se está en el trabajo. Una de las cosas que se ponen a prueba la capacidad de manejar cambios de último minuto que son inevitables en cualquier ocupación.
Finalmente, con el salario — normalmente más bajo que alto–, se empieza a entender el valor del dinero y del trabajo de una forma coherente. Con ello la gestión del dinero porque es un gran momento para imponerse objetivos de ahorros y no solo de gastos.