Líderes afroamericanos exigen control de armas y justicia social para minorías

El baño de sangre en una manifestación pacífica ha reanimado las tensiones raciales en EEUU

Líderes afroamericanos del Congreso condenaron este viernes el asesinato de cinco polícias en Dallas (Texas), al tiempo que exigieron un mayor control de armas y medidas de justicia social para las minorías que sufren la continua violencia policial en EEUU.

El baño de sangre y el caos pusieron fin a una manifestación pacífica en Dallas por la muerte de dos afroamericanos en Louisiana y Minnesota a manos de la policía entre el martes y el miércoles.

El incidente, que dejó al menos cinco polícias muertos y once heridos, ha reactivado el debate sobre cómo mitigar la brutalidad policial y las tensiones raciales en EEUU.

Durante una rueda de prensa en el Capitolio, líderes del Caucus Afroamericano del Congreso (CBC, en inglés), algunos sin contener las lágrimas, exigieron medidas para fomentar la seguridad ciudadana, comenzando por un mayor control de armas y más recursos para la policía y las relaciones comunitarias.

“América llora, la gente está enojada y frustrada. Pero el Congreso, digo, los republicanos en el Congreso, se niegan a responder a la violencia de las armas” en este país, dijo el presidente de CBC,  G. K. Butterfield.

“Estamos enojados pero decididos a llevar nuestro activismo al siguiente nivel”, afirmó Butterfield, al advertir que la inacción del Congreso sobre las armas solo garantizará “un largo y candente verano”.

La congresista demócrata por Texas, Sheila Jackson-Lee, afirmó que el Congreso debe aprobar más recursos para la policía, para los jóvenes y para las comunidades minoritarias, además de prohibir la venta de armas a presuntos terroristas.

En un discurso paralelo,  el presidente de la Cámara Baja, el republicano Paul Ryan, reconoció que hay temor por la seguridad ciudadana debido a la violencia de las armas, no precisó si su bancada permitirá un voto sobre las demandas de los demócratas, ni cuándo.

Preguntados por este diario sobre las críticas al movimiento “Black Lives Matter” del excongresista republicano, Joe Walsh –que llamó a sus activistas “matones”–, los legisladores subrayaron que el incidente en Dallas no implicó a ningún miembro del grupo.

“Estos muchachos llegaron a protestar, y no se les puede culpar por lo que ocurrió, aunque algunas personas quieran llamarles matones o cualquier otra cosa”, afirmó el legislador demócrata por Louisiana, Cedric Richmond.

Por otra parte, convencido de que el silencio es sinónimo de complicidad, Richmond y el resto de los legisladores pidieron el apoyo de las comunidades judía, hispana y de derechos humanos “para combatir la injusticia”.

Los legisladores se mostraron satisfechos por el apoyo que han recibido de los legisladores hispanos, en particular el congresista demócrata por Illinois, Luis Gutiérrez, quien marchó con ellos anoche hasta la Casa Blanca.

Mientras, grupos pro-inmigrantes como “United We Dream” también luchan por ser visibles en el debate racial.

Cristina Jiménez, cofundadora y directora de “United We Dream”, dijo en un comunicado que grupos como el suyo están “indignados” y “hartos” de ver la deshumanización, discriminación y asesinato de  “la gente negra- tanto a los ciudadanos y a los inmigrantes”, y que en los próximos días se reunirán con miembros de la comunidad afroamericana para formular estrategias comunes “para combatir la violencia” contra las minorías.

El  movimiento “Black Lives Matter”, que surgió en respuesta a la creciente espiral de violencia policial,  también condenó el ataque contra los cinco policías en Dallas, a manos de un individuo armado con un rifle de alto calibre y odio contra la gente blanca.

Heridas reabiertas

La violencia, primero contra los afroamericanos Alton Sterling, en Baton Rouge (Louisiana), y Philando Castile, en Falcon Heights (Minnesota), y después contra los policías en Dallas, ha sumido a la nación entera en el luto, la indignación y un clamor de justicia.

Según los congresistas, en lo que va del año, 491 personas han muerto a manos de la policía, en comparación con 465 para el mismo período en 2015.  Esa cifra incluye a tres latinos desde el pasado 4 de julio, aunque sus casos no han generado mucha prensa.

El pesimismo sobre el estado actual de las relaciones raciales se ve reflejado en encuestas como la del Centro de Investigación Pew, en la que el 61% de los negros, el 58% de los latinos,  y el 45% de los blancos creen que las relaciones están “en mal estado”.

El pesimismo se suma a la idea generalizada de que el sistema judicial se ensaña contra las minorías: según esa  misma encuesta, el 84% de los negros cree que la policía los trata con menos justicia que a los blancos.

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Aunque la comunidad afroamericana ha registrado grandes avances sociales, las cifras oficiales aún dan cuenta de altas tasas de pobreza, desempleo, y brecha académica de los negros respecto a sus pares blancos.

Y pese a que las leyes federales abolieron la segregación y el racismo institucional, EEUU aún arrastra vestigios de esa oscura época: en las redes sociales, por ejemplo, las familias afroamericanas hablan del miedo que tienen a que sus hijos sean la próxima víctima de la violencia policial.

El propio presidente Barack Obama, al condenar ayer la muerte de Sterling y Castile, señaló que los negros y los hispanos son el 30% de la población pero conforman más de la mitad de la población carcelaria.

En ese sentido, el congresista John Lewis, icono del movimiento de los derechos civiles de la década de 1960, lamentó hoy que, pese a los avances de la minoría negra, estos episodios de violencia son un enorme retroceso.

“Las cicatrices y manchas del racismo siguen profundamente enraízadas en la sociedad en EEUU. Tenemos que bregar con ello”, dijo Lewis, quien fue víctima de la violencia policial en la década de 1960.

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