Río 2016. El síndrome de la silla vacía: los organizadores dicen que los brasileños compran entradas y después no van a los estadios

El director de Tickets de los Juegos Olímpicos admite que se vendió casi el 90 por ciento de las entradas, pero que muchos locales compraron entradas prefieren no ingresar a los estadios o hacerlo un rato para vivir la "experiencia olímpica" en los alrededores ; la estrategia para cubrir los espacios vacíos

Aficionados Rio 2016

Los estadios de los Juegos Olímpicos no han presentado llenos. Crédito: EFE

Durante las primeras competencias de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, la cantidad de asientos vacíos llamó la atención al público global que las veía por televisión. Ahora, el problema ya se ha vuelto un dolor de cabeza para el Comité Organizador, que pese a asegurar que ha vendido casi el 90% de los tickets disponibles, culpa a la forma de ser relajada de los brasileños por la falta de asistencia.

“En todos los Juegos hay asientos vacíos, pero como éstos son los primeros en América del Sur, donde no hay una fuerte tradición olímpica, y la cultura brasileña lleva a que mucha gente llegue tarde o se vaya antes, se ven más que en ediciones anteriores. Es importante tener en cuenta que el 70% de las entradas fueron vendidos a brasileños”, señaló a LA NACION con cierta resignación Donovan Ferreti, director de Tickets de Río 2016, él mismo brasileño.

Según informó Ferreti, hasta el domingo se habían vendido 5,7 millones de entradas de las 6,5 millones disponibles para las dos semanas del megaevento deportivo; o sea, poco más del 87% del total.

“En términos de ventas no hemos tenido un impacto real. Calculamos que para esta próxima semana todavía quedan unos 400.000 tickets y esperamos que muchos de ellos se vendan”, agregó.

Para Ferreti, además de la relajada cultura local, hay varios factores que normalmente afectan el número de asientos ocupados en los Juegos. Hay tickets que permiten el ingreso a varias sesiones de una misma competencia y la gente sólo va a las que más le interesa; luego, hay sesiones que duran varias horas, y el público se va antes o llega sólo para un período. Asimismo, en Río ha sido anulado un alto número de tickets -unos 12.000- que fueron aprehendidos a vendedores ilegales; esas entradas no se vuelven a poner a la venta y esos espacios quedan vacíos.

“Y, aquí, finalmente, hay mucha gente que ha comprado tickets por adelantado simplemente para disfrutar del ambiente del Parque Olímpico, no para ver alguna competencia específica, y se quedan afuera de las arenas o estadios para disfrutar del parque como una experiencia de diversión”, indicó el especialista, quien subrayó que, en promedio, quienes acuden al Parque Olímpico se quedan allí unas siete horas.

Mientras tanto, el comité organizador ha estado buscando soluciones alternativas para “tapar” los asientos vacíos ya que generan mal ambiente para los atletas, y en televisión pareciera que las competencias no son atractivas, lo que puede llevar a muchos anunciantes a sacar sus publicidades. Pero como varios de los periodistas de este diario pudieron comprobar, hasta en las electrizantes finales de atletismo, con el jamaiquino Usain Bolt; las de natación, con el estadounidense Michael Phelps; o la de tenis masculino, en la que el británico Andy Murray derrotó al argentino Juan Martín del Potro, había grandes bloques de las tribunas sin público.

“Vemos algunos espacios vacíos en los estadios y estamos trabajando en ello”, aseguró el vocero de Río 2016, Mario Andrada, sin dar detalles sobre las medidas tomadas, aunque apuntó como otra causa del problema a que muchas compañías patrocinadoras de los Juegos, que tenían grandes cantidades de tickets reservados, no los han usado. La prensa extranjera opinó que esa situación podría deberse a que muchos invitados no quisieron venir a Río por el miedo al virus del zika, aunque no hay información sólida sobre cancelaciones de viajes por la epidemia que afectó a Brasil a principio de este año.

Por lo que pudo saber LA NACION, entre las acciones que se han tomado está invitar a voluntarios a ocupar puestos en las tribunas vacías a último momento, además de repartir más tickets entre las escuelas públicas de Río para que niños y adolescentes puedan vivir más de cerca la experiencia olímpica; hasta ahora se había distribuido 285.000 tickets, pero la cifra podría ascender a 400.000 al final de los Juegos. Ya en Londres 2012 -donde había casi el doble de entradas disponibles- el comité organizador de aquellos Juegos enfrentó problemas similares con idénticas soluciones.

“Obviamente que para la televisión lo ideal es tener los estadios llenos, pero el clima de celebración que vemos en Río no tiene nada que envidiarle a otros Juegos”, resaltó Ferreti.

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