El día en que Del Potro lo ganó todo menos el partido

El argentino, que perdió ante Wawrinka, recibió una de las ovaciones más emotivas que se recuerdan sobre una cancha de tenis

QUEENS, NY – El reloj del Arthur Ashe marcaba la 1:17 am. Juan Martín del Potro se levantó de su silla y se dirigió hacia el fondo de la pista para restar el que iba a ser su último juego en el US Open 2016. Entonces todos los que quedaban en el estadio de tenis más grande del mundo se pusieron en pie y empezaron a cantar entre palmas: “Ole, ole, ole, ole… Delpo, Delpo… Ole, ole, ole, ole… Delpo, Delpo…”.

Normalmente estos cantos de ánimo a los jugadores en momentos clave duran unos segundos, diez, quince… Cuando llevaban más de medio minuto, Del Potro, un chico de Tandil, Argentina, de 27 años que roza los dos metros, comenzó a llorar.

Los ánimos entonces comenzaron a oírse aún más altos. Habían pasado más de dos minutos sobre el tiempo oficial en que debía ponerse la bola en juego de nuevo.

“Esto vale mucho más que un partido, que un torneo”, dijo Del Potro minutos después de su derrota contra Stan Wawrinka. “Perdí el partido, pero nunca olvidaré esto”.

“Después de lo que he pasado, me han hecho feliz”, aseguró el argentino, que ha pasado por un calvario de lesiones en la muñeca que le llegó a relegar al número 1,045 del mundo hace exactamente siete meses. Sale de este US Open como número 63.

“Mucha de esta gente fue la que me animó cuando estaba lesionado. Fue por el esfuerzo que hice por volver a jugar que estoy aquí”, añadió.

Un punto clave

Corría el octavo juego del tercer set. Wawrinka se defendió de un smash desde el fondo de la pista con un golpe alto. Del Potro se disponía a machacar la bola de nuevo desde la red cuando el suizo dio un pasito adelante y respondió al segundo smash con un globo perfecto. El argentino corrió tras la bola imposible, que botó pegada a la línea de fondo. La vio irse hasta la pared azul con el logo del US Open, sobre la que se apoyó agotado, la cabeza sobre su antebrazo, sintiendo que se le escapaba su servicio, el tercer set y, seguramente, el partido.

Wawrinka ganó ese juego y los cinco siguientes, con lo que no sólo cerró el tercer set, sino que encaminó el cuarto, que sería el definitivo. Pasada la 1:20 de la madrugada en el Centro Nacional de Tenis Billie Jean King de Flushing Meadows, en el marcador se leía 7-6, 4-6, 6-3 y 6-2 para el suizo, que jugará la semifinal contra el japonés Kei Nishikori, verdugo de Andy Murray.

El trayecto de ensueño de Juan Martín del Potro, -número 142 del mundo antes de comenzar el US Open,-, terminó en los cuartos de final ante Wawrinka en un partido en que por momentos se vio un tenis de alto nivel, pero que terminó con el argentino agotado y desesperado porque su servicio, una de sus armas más efectivas, no funcionó en toda la noche.

“Hace dos meses estaba perdiendo con jugadores por el 80, ahora estoy peleando con los mejores. Pero necesito seguir trabajando, volver a estar físicamente como antes cuanto antes”, dijo Del Potro. “No estoy al mismo nivel que estos chicos. Tengo que trabajar antes de la próxima temporada”.

Del Potro, de más a menos

El partido no pudo empezar mejor para Del Potro, que en el primer juego mantuvo su servicio y en el segundo rompió el saque de Wawrinka. Pero el suizo le devolvió el ‘break’ mediado el set y forzó el ‘tie-break’.

El desempate se decantó rápidamente del lado de Wawrinka, que tomó la delantera ganando los tres primeros puntos y, pese a que Del Potro llegó a acercarse 6-5, fue capaz de cerrar el set tras una derecha a la red del argentino, que cerró los ojos y se echó la mano a la frente lamentándose del error durante varios segundos.

Ya en el primer set Wawrinka llamó al doctor en uno de los descansos. En el segundo, en el cambio del quinto juego sería Del Potro el que llamaría al médico, que le dio un breve masaje en su hombro derecho.

Justo entonces el de Tandil ganó tres juegos seguidos para ponerse 5-3, pese a cometer dos dobles faltas seguidas en el último de esos juegos. Eso le sirvió para llevarse el segundo parcial, pese a los aciertos de Wawrinka reclamando el “ojo de halcón”, que corrigió hasta cuatro veces a favor del suizo por bolas que apenas lamían la línea.

El tercer set fue un calco del segundo: intercambio de pelotazos mientras los juegos caían del lado del que sacaba. Hasta que en el octavo juego Wawrinka fue capaz de aprovechar la cuarta bola de break para romper el servicio de Del Potro. Fue el momento clave del partido.

Él jugó muy inteligente. Cuando me vio cansado, apretó el acelerador. Él empezó a meterse para atrás en el saque y empezó a meterla, meterla, meterla, sin arriesgar… entonces tú tienes que arriesgar y es difícil”, explicó Del Potro.

“Los dos primeros sets fueron muy parejos, tuve mi oportunidad”, añadió.

Juego, lágrimas, set y partido

En el descanso previo al cuarto set, el médico volvió a atender a Del Potro, que arrancó el set sacando… y perdiendo su servicio con una doble falta. A partir de entonces todo fue cuesta abajo para Wawrinka, hasta ese último juego del partido que Del Potro apenas pudo completar por la emoción. Lo jugó con lágrimas en los ojos entre los ánimos constantes del público.

“No es lindo perder, pero mi análisis de mi situación en general, y sobre todo lo que vi en ese último juego… Es muy difícil que le pase a cualquier jugador del circuito”, contó Del Potro apenas veinte minutos después. “Creo que nunca vi algo así. Si fuera por la gente, yo era el ganador. Wawrinka jugará la semifinal, pero yo me voy muy contento”.

“En Río todos los partidos fueron así, pero allí estaba al lado de casa, había muchos argentinos”, dijo sobre los ánimos que recibió en los Juegos Olímpicos, donde logró la medalla de plata. “Aquí en Estados Unidos es diferente, es más difícil que la gente conecte con un jugador extranjero”.

Del Potro se va del US Open -un torneo que ganó en 2009, con 20 años– “contento”, después de llegar mucho más lejos de lo que él mismo esperaba. Es un Del Potro más maduro, que sabe lo que le costó volver y, después de un tiempo alejado de la cancha, sabe valorar otras cosas más allá del tenis.

“La vida pasa por otro lado, no sólo por una raqueta y una pelotita. Ahora lo veo así”.

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