La ciudad mexicana que abasteció de whisky a Al Capone
Durante los años de la prohibición del alcohol en Estados Unidos, en Ciudad Juárez funcionaron destilerías que abastecieron el mercado clandestino de aquel país.
Quedan muy pocos que vivieron la historia.
Un sábado, en los años 20, llegaron de El Paso, Texas, a Ciudad Juárez varios automóviles de lujo custodiados por una docena de hombres armados.
El convoy se detuvo en el bar “El Nuevo Tívoli”, en el centro de la población mexicana y a unos pasos de la frontera.
La versión que más se cuenta es que de uno de los autos descendió un hombre corpulento con un traje de seda y sombrero de fieltro que entró al concurrido negocio con sus compañeros.
Un rato después, el grupo regresó a Estados Unidos. Algunos dicen que el personaje pasó inadvertido. Otros afirman que su aparición causó revuelo.
Pero todos coinciden: el visitante era Alphonse Gabriel Capone, el enemigo público número uno de Chicago y uno de los mayores contrabandistas de licor de Estados Unidos.
Esa pudo ser la razón de su visita. En esa época, Ciudad Juárez era el mayor productor de whisky de México.
Mucha de la mercancía se enviaba ilegalmente al mercado estadounidense donde la venta de licor estaba prohibida por la Ley Volstead.
Capone, como otros contrabandistas de ese país, se abastecían en la ciudad mexicana según documentaron historiadores y periodistas
“Ley Seca”
La visita del capo es más que una leyenda en Ciudad Juárez, le dice a BBC Mundo el historiador Jesús Vargas Valdez.
“Hay testimonios de juarenses de edad que aseguran que en aquel entonces así se manejaba”.
Y es que la legislación Volstead, también conocida como Ley Seca, aumentó la prosperidad de la ciudad.
Desde la Revolución Mexicana llegaron miles de personas que huyeron de los combates, con la esperanza de cruzar a Estados Unidos.
En esa época nació la D. M . Distillery Co., que se convirtió en la más importante fábrica de whisky del país.
La empresa abastecía el mercado local donde la demanda era importante.
El historiador Vargas dice que es una herencia de los hacendados, quienes despreciaban las bebidas locales como el sotol y consumían vino francés o whisky.
Vida nocturna
Más allá de las razones para consumir la bebida de origen escocés, lo cierto es que la Ley Seca aumentó considerablemente la demanda.
La población mexicana se convirtió en el principal centro de diversión de la frontera de Texas.
En su libro “Breve historia de Ciudad Juárez”, el historiador Martín González señala que entre 1919 y 1920 se documentaron más de 400.000 turistas estad o unidenses.
“Pasaban la línea todos los fines de semana y no solamente los soldados. Durante la Ley Seca, floreció la vida nocturna, pero en grande”.
Esa fue una de las razones de la prosperidad de la ciudad. Otra fue el contrabando de licor. Bandas mexicanas contrataron a personas sin dinero para que pasaran barricas de alcohol por el Río Bravo.
Un artículo periodístico de 1929 cuenta que los policías texanos disparaban contra esas personas, a quienes dejaban morir a mitad del río.
Pero luego los traficantes mexicanos se armaron para defender su mercancía. Las batallas en la frontera fueron cotidianas durante algún tiempo.
El legado, hoy
En este escenario aparecieron contrabandistas estadounidenses, entre ellos Al Capone, quien según versión de algunos compraba menos licor que los traficantes texanos.
“Creo que no va a haber ningún documento que lo avale porque eso no se documenta”, explica Jesús Vargas.
Es algo que marcó la historia de la ciudad. Décadas más tarde, los contrabandistas de alcohol fueron sustituidos por narcotraficantes, que utilizaron las mismas rutas de comercio ilegal.
Los primeros traficantes y la ubicación de la ciudad en la frontera con Estados Unidos, facilitó la presencia de carteles de la droga.
Y con ellos, la guerra entre grupos que entre 2008 y 2011 convirtió a la población en una de las más violentas del mundo.