Editorial: La gota que derramó el vaso

Recién ahora los líderes políticos republicanos reaccionan. Ojalá no sea demasiado tarde

La indignación sobre su candidato presidencial llegó tarde para los republicanos, a un mes de la elección. La revelación del video en que Donald Trump habla de cómo manosea a las mujeres, se les estira encima a besarle, sin importarles si quieren o no, parece ser la gota que derramó el vaso.

Pero desde hace tiempo todas las señales estaban ahí de una personalidad vergonzosa y despreciable, pero por conveniencia política se prefirió mirar al otro lado. Desde hace mucho tiempo que Trump ha tenido actitudes y palabras indignantes que fueron recibidas con la complicidad del aliento, el silencio o la incomodidad del que al final acepta todo.

La cuestión era no disgustar al candidato que ofende e insulta a los latinos, afroamericanos, mujeres, inmigrantes, musulmanes, para no perder sus seguidores atraídos por un mensaje de odio.

Recién ahora los políticos republicanos recordaron que son esposos, padres y madres de hijas. Cabe preguntarse por qué no lo hicieron cuando Trump se burló de la cara de su rival, Carly Fiorina, en la elección primaria, o cuando dijo que la periodista Megyn Kelly le hizo una pregunta difícil porque estaba con la menstruación. También ya se conocían muchas grabaciones del candidato en el programa radial de Howard Stern donde ni su propia hija se salva de las groserías de Trump.

Ahora cuando los insultos fueron para los inmigrantes, mexicanos, afroamericanos y musulmanes, no importó mucho porque lamentablemente eso ya está incorporado en el discurso de un sector que cada vez es más dominante dentro del Partido Republicano. El resentimiento hacia los inmigrantes es una rutina perversa en la Cámara Baja.

Hay republicanos que defendieron sus ideales y rechazaron a Trump con claridad, fueron los menos. Los otros, aquellos que por tiempo largo doblegaron sus principio ante el millonario, son responsables de la crisis partidaria. Y su actitud no debe olvidarse.

Los seguidores, por más repugnantes que sean sus ideas, al menos son consecuentes con su continuo apoyo a Trump. El Partido Republicano usó a todos inescrupulosamente con la idea de que en algún momento podría controlar la situación.

Los republicanos crearon parte de un lodo, al cual Trump hizo su aporte, y aceptaron ensuciarse con el candidato bajo cualquier pretexto. Ahora es tarde para limpiarse rasgándose las investiduras, las manchas son profundas para haber llegado hasta el día de hoy

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