La almohada también cuenta a la hora de dormir
Aprende cómo seleccionar la que se acomoda perfectamente a tu forma de dormir, anatomía física y condición de salud
Fuera del colchón, la pieza más importante para lograr un buen sueño es la almohada. Y si quieres dormir todas las noches en brazos de Morfeo debes aprender a elegir la correcta según tus necesidades.
La selección es fácil cuando se siguen las siguientes recomendaciones generales que proporcionan los cirujanos ortopédicos.
1. El relleno
Las almohadas están elaboradas básicamente de plumas, fibras sintéticas (o de poliéster) o espuma.
Las de plumas proporcionan un soporte poco firme, por lo que resultan adecuadas para quienes duermen boca abajo. No se recomiendan para las personas que sufren de alergias o sudan mucho al dormir, debido a que retienen el calor. Tampoco se recomiendan para los niños chicos por el peligro de las asfixias o el atoramiento con alguna pluma que se escape de su forro.
Son las más costosas y para sacarle provecho a la inversión hay que procurar elegir las que tengan la contraseña de “fill power” (llenado completo o de potencia) que son las de mejor calidad y más larga duración.
Las de fibra sintética o poliéster proporcionan un buen soporte y de acuerdo con el volumen de su relleno las hay de apoyo suave, mediano y firme. Tienen las ventajas de estar elaboradas generalmente con una fibra hipoalergénica, su precio es barato y se puede lavar con frecuencia en las lavadoras automáticas. Su desventaja está en que tienen una corta vida que implica tener que ser remplazadas con frecuencia.
Las de espuma aportan firmeza y gozan de una gran variedad que se acomoda a quienes se mueven mucho durante la noche, tienen problemas ortopédicos en cuello o espalda, sufren de alergias o padecen de dolores de cabeza.
Dentro de este estilo están las de espuma de látex que son perfectas para quienes sufrens de cuello, dolores de cabeza o alergias (ya que no acumulan ácaros del polvo ni moho) o para quienes duermen de lado.
Las de espuma viscoelástica, conocida también por el nombre de espuma de memoria o “Memory Foam”, son ideales también para aquellos que tienen problemas en el cuello o padecen de alergias o asma, ya que reducen los puntos de presión e inhiben los ácaros del polvo, las bacterias, el moho y los hongos. Las almohadas ortopédicas están elaboradas usualmente con este tipo de espuma.
También se tienen las almohadas de agua y las rellenas con ciertos tipo de semillas o pepitas que son usadas generalmente por personas que se mueven mucho durante la noche y buscan productos que adapten su forma de inmediato a la anatomía de la cabeza y cuello con cada movimiento que se hace. No son recomendadas para aquellos que tienen un oído sensible al ruido leve.
2. El tamaño
Aunque el tamaño de las almohadas se ha divido en coordinación directa con las dimensiones tradicionales de las camas (Estándar, “Queen” y “King”), su elección por tamaño es subjetiva: va de acuerdo con el gusto, estilo de vida, condiciones anatómicas y necesidades médicas.
Las personas que gustan leer antes de conciliar el sueño, por ejemplo, deben seleccionar además de la almohada estándar y “Queen”, otra pequeña que puedan ubicar en la zona baja de la espalda para que proporcione apoyo en esta curvatura.
Las mujeres embarazadas, que en su último trimestre de gestación duermen regularmente de lado, deben elegir una almohada de tamaño extra largo que le proporciona comodidad.
Este tipo de almohada también funciona para quienes duermen de lado y, por la buena salud de la espalda y cadera, necesitan descansar la pierna y el brazo que no descansa directamente en el colchón sobre una almohada.
3. Posición acostumbrada para dormir
La posición preferente para dormir también cuenta al momento de elegir una almohada. Aquellos que duermen sobre su espalda o estómago deben elegir las más planas o bajas para mantener el cuello lo más alineado con el resto de la columna vertebral durante la noche.
Quienes duermen de lado deben seleccionar una almohada que llene por completo el espacio o brecha entre la cabeza y el cuello y posea una firmeza optima para mantener el cuello bien alineado durante el sueño.
¿Cada cuánto se deben cambiar?
Aunque el tiempo de conservación de las almohadas es subjetivo, el Dr. Joseph Dizon —jefe del Departamento de Alergia e Inmunología en el Centro Médico Kaiser Permanente en el Oeste de Los Ángeles— señala que por salud deben cambiarse y lavarse con regularidad.
“Algunos expertos abogan por cambiarlas cada 6 a 12 meses”, apunta el Dr. Dizon. “Y en cuanto a su lavado, debe hacerse cada 2 a 4 semanas”.
Protegerlas con una funda antialérgica con cremallera, que debe lavarse cada semana, también es una medida importante para la buena salud.
“Las fundas protectoras de las almohadas crean una barrera adicional de protección contra los ácaros del polvo que son los causantes de muchas alergias”, resalta el galeno.