Cambiar la Primera Enmienda sería un “suicidio de libertad” para Trump

El presidente quiere "hacer menos duras" las leyes de difamación, pero él podría ser de los más perjudicados

Sin la protección de las leyes de difamación, Donald Trump se vería obligado a pagar demandas por millones de dólares.

Sin la protección de las leyes de difamación, Donald Trump se vería obligado a pagar demandas por millones de dólares. Crédito: Molly Riley-Pool/Getty Images

Si hay alguien en el mundo que nunca duda en atacar constantemente a las personas que no comparten su opinión, llegando incluso a reírse de sus opositores y a insultarles públicamente en sus discursos y en las redes sociales, ese es Donald Trump, y por eso no tiene ningún sentido que el presidente quiera cambiar ahora las leyes de difamación incluidas en la Primera Enmienda de la Constitución.

La realidad es muy simple: en el caso poco probable de que el Tribunal Supremo decidiera anular la protección que existe sobre la libertad de expresión y de prensa, el jefe de la Casa Blanca sería el mayor perjudicado, ya que tendría que enfrentarse a las demandas de cientos de personas por sus polémicos “tuits”.

Si no existieran las leyes de difamación, por ejemplo, Trump hubiera tenido que pagar $4 millones a la asesora política Cheri Jacobus después de insultarle en Twitter al asegurar que “no tenía credibilidad” y que era “una completa perdedora“, mostrando una vez más la falta de límites en sus declaraciones.

En esta ocasión, la demanda contra el presidente fue desestimada por el Tribunal de Nueva York en enero porque, según la sentencia, los “tuits” fueron publicados desde la cuenta personal de Trump y, por ello, estaban protegidos por la Primera Enmienda, que los considera como una “hipérbole no basada en hechos“.

El juez a cargo del caso consideró que las palabras del presidente no podían ser interpretadas como “informes de datos” porque “estaban mezcladas con insultos como ‘perdedora’, ‘tendenciosa’, ‘tonta’ o ‘loca’” y, por ello, eran meras opiniones personales.

El único motivo lógico por el que Trump podría querer acabar con la Primera Enmienda de la Constitución es que piense que su abolición también debilitaría la protección que tiene el discurso político, lo que le abriría las puertas para demandar a sus enemigos demócratas.

Pero, una vez más, si esto sucediera, Trump podría perder una demanda que le acusa de incitar a la violencia en una protesta celebrada en Kentucky en marzo de 2016, donde el presidente pidió a sus seguidores que expulsaran a tres manifestantes al grito de “¡Sáquenlos de aquí!”.

Por el momento, el juez federal que se encuentra a cargo de este caso se ha negado a incluir las declaraciones de Trump bajo la protección de la Primera Enmienda, aunque nada es definitivo y el tribunal todavía puede fallar a favor del líder de Estados Unidos.

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