La Víbora: El miedo no anda en burro, ¿verdad, Luis Miguel?

A nuestra serpiente venenosa columnista de entretenimiento no se le escapa nadie

Por fin, una pizca de cordura iluminó a Luis Miguel, porque por fin, “El Sol” dio la cara en relación con las 200 demandas que enfrenta tanto en Estados Unidos como en México.

Bueno, exageré un poquito; no son tantas pero sí más de una. Como haya sido, el caso es que el cantante ya vio que es en serio eso de que puede ir al tambo si no soluciona los problemas financieros que tiene.

Esta semana, Luismi negoció con las autoridades de la oficina del alguacil en Los Ángeles para entregarse y así evitar que lo agarraran en alguno de esos restaurantes carísimos que le encanta visitar en Beverly Hills. Imagínense lo que hubiera sido esa escena.

Así que mejor se le puso enfrente a una jueza en una corte federal donde le leyeron la cartilla y donde tuvo que firmar un pagaré de un millón de dólares como promesa de que para la próxima audiencia que tenga se va a presentar.

Quienes estuvieron en esa reunión dicen que El Sol parecía niño regañado. Olvídense de que se comportó con esas ínfulas de intocable con las que suele conducirse cuando lo captan los paparazzi. Muy sedita, respondió a la jueza las preguntas que le hizo, entre ellas la ubicación del Rolls Royce que le dijeron que entregara como abono al adeudo que tiene con su exmánager, quien es el demandante en este caso. El Sol contestó que no sabía dónde estaba el auto, y eso irritó a la jueza, que se lo puso como chancla.

Así que si les preocupaba que Luismi pisara la cárcel, no se apuren, eso no pasará. Él podrá seguir haciéndose cirugías con toda tranquilidad –esperemos que no sea con el mismo doctor con el que Jenni Rivera se hacía sus “arreglos”– y tomarse fotos con sus fans en Los Ángeles.

En otro tema, qué feo se está poniendo el pleito entre Marjorie de Sousa y Julián Gil, y a tan solo unos meses de que naciera el bebé de ambos.

Que guerra la que se cargan Marjorie de Sousa y Julián Gil.

Yo quiero saber, ¿que no tienen boca estos dos artistas? ¿No saben que se pueden reunir y hablar de los problemas que tienen como si fueran personas con poquito cerebro? Los dos han dado tantas y tantas versiones de su separación, que a estas alturas ya nadie les cree nada. Pero eso sí, se han hecho expertos en desacreditarse mútuamente, como si el mundo necesitara de más circos y dramas.

El que más perderá en este asunto será Matías, el bebé de estos finos artistas. El pobrecito no sabe la que le espera si la guerra entre estos dos individuos continúa.

Ojalá que, como a Luismi, a Marjorie y a Julián les dé una flashazo de cordura, aunque, la verdad, sería como pedir un milagro, ¿no?

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