Lupita García de Rayos abre tortillería en Guanajuato tras deportación

Tras vivir 22 años en Arizona fue repatriada y decide estrenarse como microempresaria; su esposo e hijos viven en Arizona

MÉXICO.-  Guadalupe García de Rayos pasó en unos cuantos días de trabajar en el centro de diversiones Waterworld de Arizona con pago en dólares a vender frutas y ropa en un puesto de mercado y a experimentar como microempresaria con un crédito en pesos para montar una tortillería en Acámbaro, Guanajuato.

“Hoy es mi primer día con el negocio y espero que pueda construirme una casa”, dijo en entrevista con Impremedia.

La voz de “Lupita” suena tranquila, como si hubiera sido hace medio siglo y no el 7 de febrero pasado cuando se presentó en las oficinas del  Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en Arizona para una revisión rutinaria que terminó en una deportación en medio de un tumulto de protestas solidarias en contra la medida.

García de Rayos había sido detenida años atrás y acusada de falsificación de documentos pero no había sido expulsada de Estados Unidos porque durante la administración de Barack Obama se dio prioridad a la deportación de inmigrantes que hubieran cometido faltas graves. Llevaba un proceso condicional después de que se declaró culpable en 2009.

Guadalupe García de Rayos durante una protesta contra las duras leyes antiinmigrantes en Arizona.
Guadalupe García de Rayos durante una protesta contra las duras leyes antiinmigrantes en Arizona.

Con la llegada de Trump las políticas cambiaron y Guadalupe salió de manera forzada del hogar donde vivió 22 años. Organizaciones civiles le ofrecieron apoyo para que se quedara a vivir en la frontera, principalmente en Puerto Peñasco, donde su familia podría acercarse, cruzar y darle un apapacho reconfortante algunos fines de semana mientras peleaban el caso legalmente.

Pero ella prefirió regresar a sus raíces, al pueblo michoacano que la vio nacer, convertirse en adolescente y verla partir para seguir a sus padres que habían emigrado a Arizona previamente y con el paso de los años volvieron a Ácambaro por voluntad propia.

“Lo pensé mucho para decidir venirme aquí porque estoy más lejos de mi esposo y de mis hijos, Jaqueline (de 14 años) y Ángel (16), pero lo cierto es que aquí también tengo una familia”, comenta mientras recorre la calurosas calles de Acámbaro, donde poco a poco se han sumado más y más repatriados.

Guadalupe y sus hijos en una visita que le realizaron tras su deportación a Acámbaro, Michoacán
Guadalupe y sus hijos en una visita que le realizaron tras su deportación a Acámbaro, Guanajuato

En lo que va de la administración de Trump han sido deportados 3,400 guanajuatenses, según detalla Diego Sinué Rodríguez, secretario de Desarrollo Social y Humano del gobierno local, que ha tenido que ampliar los servicios de sus casas de atención al migrante en Los Ángeles, Chicago, Dallas, Carolina del Norte y Atlanta.

“Hay mucha incertidumbre entre nuestros connacionales allá”, comenta sobre los 1.3 millones de ciudadanos del estado que radica en Estados Unidos.

La mayoría de los guanajuatenses tiene miedo de regresar y no tener un buen empleo y a veces ni casa para vivir como ocurrió con Guadalupe, quien actualmente vive con su mamá, el papá,  dos tíos y una hermana. Se siente acompañada, pero a la vez arrimada, confiesa. Y aún extraña al marido y a los hijos. Sobretodo en las noches.

“Hablo con ellos a diario y a veces hasta  la madrugada, hasta  las tres de la mañana”, detalla. “Están muy tristes, han bajado de calificaciones y ya planean venir a visitarme en el verano, cuando son las vacaciones largas”.

En Semana Santa, los chicos viajaron desde Arizona para pasar unos días. Su esposo no puede por su estatus migratorio y debe mantener la casa allá con su trabajo en un restaurante.

“Aún no sabemos que va a ser de nosotros como pareja: hemos decidido esperar: hay un juicio de por medio para que reconsideren mi caso pero no sabemos si volveré algún día o si él vendrá a vivir conmigo, pero, si viene, ¿quién mantendría a lo niños que quieren estudiar y formarse allá como profesionistas”.

Por ahora Guadalupe cuenta con un trabajador en la tortillería.
Por ahora Guadalupe cuenta con un trabajador en la tortillería.

Mientras tanto ella cuida a sus padres que rondan los 70 años y últimamente no andan bien de salud, su mamá tiene problemas con la columna y el papá varios achaques. “Quizás esta es una oportunidad que me dio la vida para estar con ellos y no la hubiera tenido de otra forma”.

El problema es empezar de cero. García de Rayos tiene apenas tres mudas de ropa y todo lo demás se quedó en Arizona salvo sus ganas de trabajar, asegura poco antes de echar a andar la máquina de la tortillería para arrancar así una nueva etapa en México.

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