Editorial: Desafío para EEUU

Corea del Norte: Ya Obama le había advertido a Trump del serio problema que representa Pyongyang

Los acontecimientos internacionales son los que ponen a prueba las presidencias. La crisis originada por la exitosa prueba militar del régimen de Corea del Norte encuentra a la administración Trump mal parada.

No es que esta haya sido una situación impredecible.

El expresidente Barack Obama antes de dejar el gobierno le advirtió al ganador de la elección en una reunión privada que Corea del Norte iba a ser su mayor problema. Es aparente que estas palabras no hicieron mella en Donald Trump.

Hoy no existe una política clara en Washington de cómo enfrentar el desafío de Pyongyang.

Es justo reconocer que las estrategias de los presidentes anteriores no dieron el resultado previsto, si la meta era que Corea del Norte no sea una amenaza nuclear. La respuesta a la “paciencia estratégica” de Obama fueron repetidas pruebas de misiles y armas nucleares.

Desde el primer momento para Trump la solución al dilema norcoreano pasa por China. Si ellos no han presionado a su vecino del sur para que se porte bien supuestamente se debe a la la falta de liderazgo de Obama.

El argumento tuvo éxito en la campaña electoral, aunque en la realidad fue un fracaso.

El trato especial dado al presidente chino Xi Jining, con cena en el club Mar-de-Lago incluida, no hizo que China actúe con mayor firmeza ante Kim Jong-un. Tampoco tuvo efecto el que Trump ya no acusara a los chinos de robar los empleos estadounidenses ni de manipular su moneda.

De la misma manera, no rindieron frutos las amenazas de acción militar ni los reportes confusos de movimientos por parte la armada estadounidense. La respuesta a las intimidaciones de Washington fue la provocación de mostrarle el día de su independencia que los misiles norcoreanos pueden llegar a territorio continental norteamericano.

El desafío llega en un momento difícil con un liderazgo débil estadounidense en el plano internacional.

Los aliados tradicionales desconfían de la Casa Blanca, el Departamento de Estado todavía tiene un vacío de personal y el presidente Trump ve los desafíos globales a través del prisma de la política interna.

Creemos que Estados Unidos junto a la comunidad internacional es quienes deben enfrentar esta amenaza.

Ante la ausencia de una respuesta militar es necesario un diálogo a partir de las sanciones en busca de un acuerdo.

El régimen de Kim Jong-un es tiránico y dictatorial. Su principal interés es la supervivencia. Su lectura de lo ocurrido con Irak y Libia dice que si se abandona las armas nucleares se corre el peligro de ser invadido.

El reconocimiento del régimen dentro del marco de una negociación amplia que respete, por ejemplo, los intereses de Corea del Sur es uno de los caminos desactivar las tensiones. No será la primera vez que se acepte una dictadura.

Para eso Estados Unidos necesita una diplomacia creativa y pragmática desprovista de tuiteadas amenazadoras y declaraciones rimbombantes.

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