¿Has caído en la tentación del ‘cushioning’?

Una infidelidad no solo debe ser física, también puede darse de forma virtual

Además del kit erótico (por si las moscas), ahora también deberemos llevar en la cartera un diccionario básico de bolsillo para poder decodificar el lenguaje de los vínculos 3.0, que cambian al vértigo de la tecnología. Así me vengo a enterar que si padecemos “ghosting” es porque probablemente nos estén haciendo “cushioning”.

En tiempos precámbricos, es decir antes que explotaran las redes sociales y las apps tomaran el control de nuestras experiencias románticas, en la vida real se consideraba infidelidad al simple hecho de estar en pareja y mantener una relación sentimental paralela. Pero entonces no bastaba con el rumor o la duda, hacía falta ver para creer que llevábamos cornamenta. Hoy, en el mundo digital, el engaño adoptó infinitos matices, tan o más amenazantes que cualquier prueba empírica, pues una cosa es saber que tu pareja consumó un flirteo y otra que está (o estás) practicando “cushioning”, en español, acolchando tu corazón.

El término (que alude también a un modelo de zapatillas para correr) viene a “rotular” una vieja práctica en la que cae la mayoría de la humanidad sexualmente activa cuando está empezando o terminando una relación estable. Sea porque no queremos asumir que nos hemos embarcado en un compromiso afectivo, o bien porque necesitamos amortiguar el dolor de una ruptura inminente (o también por histéricos), automáticamente empezamos a tantear el banco de suplentes. Así es como de la nada aparecen likes en tus posteos, mensajes por privado de gentes con las que apenas cruzamos palabra en algún evento, o peor, vuelven esos seres del pasado que temporalmente borraron su estatus en FB. “Hola, como estás! no te tengo más en Facebook, ¿me borraste? ¿En qué andas?…

Está bueno saber que alguien nos recuerda (o mejor dicho, nos desea) pero las nuevas formas de tender vínculos obligan a aceptar las reglas del juego, entre ellas, asumir que cualquier ser humano ante la enorme oferta y lo efímero de los encuentros, necesita tener un plan B, y que uno puede ser parte de ese plantel de reserva. Es difícil clasificar eso como una “infidelidad”. “Lo que cuenta como engaño ha cambiado porque las otras personas son más accesibles ahora”, aseguraba la psicóloga de parejas Sue Johnson, a propósito de una encuesta sobre infidelidad digital en la que más de las tres cuartas partes de los estadounidenses consultados sostenían que bastaba tener intimidad sexual con otra persona para cometer engaño. De hecho solo la mitad de ellos considera al “sexting” como una forma de infidelidad, agregaba el sondeo publicado en CNN.

Hace falta abrir en dos la cabeza o estar muy bien plantado para prestarse al juego de las citas virtuales sin salir lastimado, lo que no deja de ser un gran ejercicio emocional. Además del diccionario, se sugiere algún librito de autoayuda para no perder la fe en el otro.

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