El repostero que buscó alternativas

El repostero dominicano Huascar Aquino ha buscado formas creativas para destacarse de sus competidores

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Crédito: Mariela Lombard | El Diario NY

En varios momentos de su vida como emprendedor Huascar Aquino determinó que para seguir adelante tenía que añadir creatividad a su trabajo y a su estrategia de negocios además de asumir riesgos para destacarse.

Este dominicano de 40 años es un experto repostero que elabora detallados cupcakes y pasteles, un mercado en el que no falta oferta en Nueva York.

Es, además, un mercado en el que hay que tener los bolsillos llenos para abrir una tienda con cocina o un café.

De lo segundo, Aquino no andaba precisamente sobrado cuando hace unos años determinó que era momento de dejar de trabajar para otros.

Lo que si tenía era optimismo, capacidad para buscar alternativas y para centrarse. “Mantenerse enfocado en el objetivo es lo que ayuda cuando llegan los momentos en los que se piensa en tirar la toalla”, explica desde su coqueto y pequeño local en la calle 54 cerca de la 10 avenida de Manhattan.

Apenas caben tres taburetes en una pequeña barra de Huascar & Co. Bake Shop. Una parte del mostrador tiene ruedas para abrirlo y permitir el paso a esa zona y la cocina donde se hornea desde altas horas de la madrugada desde hace menos de un año y donde trabajan cinco personas.

Algunos de los creativos cupcakes del  chef repostero, que abrio su negocio “Huascar & Co. Bake” en la calle 54 en Manhattan./Mariela Lombard

“Abrimos en enero de 2017 y para mi sorpresa había gente haciendo fila en la calle. Ese día nos la pasamos horneando, vendimos unos mil cupcakes”, recuerda Aquino. Este repostero habla gesticulando, sonriendo y transmitiendo una fuerte energía mientras cuenta una aventura como emprendedor que no se puede visualizar en línea recta sino como el resultado de distintos desafíos que ha ido buscando y conquistando.

Aquino estudió arquitectura en la República Dominicana pero tuvo que dejarlo porque era demasiado caro a pesar de que trabajaba como cocinero para poder pagarse esa formación. Un amigo que trabajaba en la organización de intercambio Work and Travel le ayudó a obtener una plaza en un programa que le permitía estar cinco meses en Nueva York y aceptó la oportunidad.

Luego de pagar los $1,475 que costaba el programa llegó al país en 2001 con lo que le sobraba tras ahorrar: $11. “Trabajé en T.J. Fridays como cocinero y para el summer camp de una iglesia”. Su inglés era prácticamente inexistente.

Volvió a participar del mismo programa pero en Puerto Rico, donde se casó, trabajó en cocinas y terminó abriendo un pequeño restaurante en 2002. “Pero trabajaba todo el tiempo, todos los días, era muy cansado, sin fines de semana”, lamenta. Contempló ir a Houston a estudiar enfermería pero antes decidió ir a ver a los amigos en Nueva York.

Y se quedó.

Huascar Aquino, llegó en 2001 por primera vez a Nueva York y pese a no tener un buen inglés se hizo repostero en el French Culinary Institute./Mariela Lombard.

Aquino se empleó como cocinero en Rosa Mexicana, uno de los restaurantes más conocidos de NYC, y luego fue cocinero de una familia en los Hamptons. “Pero quería dejar la cocina, es muy estresante, quería algo más relajado y distinto. Alguien me habló de la repostería y fue a varias escuelas a ver si podía aprender”.

Su inglés seguía siendo un barrera. “Fui a varias pero me dijeron que no eran escuelas de idiomas”, dice como riéndose de sí mismo. El director del French Culinary Institute en SoHo le permitió ver una clase para que él evaluara si podía seguirla. Aquino se animó porque todo era muy visual y “en cada clase había 10 latinos que me podían ayudar”.

Ilusionado, pagó los $50,000 y en el año 2005-2006 empezó. La casualidad quiso que fuera el único hispano. Pese a ello, se quedó. “Aprendí la cocina e inglés”.

Y fue duro porque compaginó la formación con el trabajo en un par de restaurantes y luego en una pastelería. Apenas dormía unas horas cada día. Terminó trabajando en el hotel Essex House donde tenía el turno de noche y pudo desarrollar recetas propias.

Como era inquieto aceptó un puesto como jefe de repostería de los servicios internos del banco Merrill Lynch para luego pasar a Goldman Sachs mientras seguía en el hotel.

Tenía también un pequeño negocio en la red para vender pasteles y una repostera de Pensilvania que conoció le dijo que tenía que tratar de ir al concurso de “Cupcakes Wars” de Food Network porque ella fue, ganó y de tener un negocio que iba mal pasó a tener que abrir un segundo establecimiento.

En ese momento el hotel en el que trabajaba fue comprado por la cadena Marriott que ofreció una compensación a quien quisiera dejarlo y él lo hizo antes de ir al show en 2013.

“El show llevaba siete años en antena. Si quería destacarme tenía que hacer algo que nadie hubiera hecho, ser distinto”, explicó.

Y allí compitió con recetas basadas en ingredientes naturales, la imagen de marca de Honest, la compañía de Jessica Alba. Aquino convenció a la actriz y empresaria de que era el mejor con cupcakes de espinacas, aceite de oliva, dulce de tomate y maíz con pimiento.

Aquino en la que con mimo hace creativos cupcakes y dulces de temporada./Mariela Lombard.

El mismo día que se emitía el show en 2013, abrió un pequeño local en la esquina de un restaurante llamado Hudson Eatery que le permitía acceso a la cocina. Con $40,000 que le dejó su cuñada lo puso a punto e inició una campaña de relaciones públicas.

“Pero no fue lo que esperábamos, la gente no vino. En Filadelfia, en un pueblo pequeño ganar un show es importante pero en Nueva York pasan muchas cosas y el tráfico de gente en la 11 Avenida con la calle 57 era escaso. Había días que teníamos $15 en la caja”.

la solución la encontró en los deliveries. Vió que empresas como Seamless, GrubHub y otras no hacía deliveries de dulces y él empezó con ello. Poco a poco, solo el tercer año pudo devolver su préstamo y le empezó a ir bien.

Pero su “casero”, quien le hizo el subalquiler del local, quebró y tuvieron que desalojar. Le dieron días y  buscó un local en una zona con más público. “Me pedían rentas muy altas y tener medio millón en el banco”, explica “!si tuviera ese dinero estaría en la playa en la República Dominicana!”.

La dueña del Café Olé, en la calle en la que está ahora, le habló de un local al lado del suyo pero tuvo que convencer a los dueños del coop que eran los dueños y hacer unas obras que tardaron más de lo que esperaba por un precio más elevado de lo presupuestado ($100,000) que tuvo que tomar prestado, de nuevo, de familia y amigos. Además, Aquino, tiene un pequeño préstamo gestionado por el SBA (Small Business Administration).

Ahora tiene clientes para sus creativos cupcakes, visibilidad, entre 15 a 2o órdenes al día para deliveries y está pagando sus deudas. El negocio se mantiene bien “en casi un año que ha pasado volando”. Su historia y sus valores están siendo promocionados por Jack Daniel´s en su programa Turno7

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Su sueño, ahora que está asentándose de nuevo es abrir una segunda tienda pronto y no estar constantemente en la cocina como ahora.

Huascar & Co.

Dice Aquino que en todo este tiempo como empresario ha aprendido al menos tres cosas.

  1. Hay que educarse como empresario: “no solo hay que cocinar hay una logística detrás”.
  2. Uno no lo puede hacer solo. “Mi empresa se llama como yo y Compañía porque he tenido mucha ayuda. Hay que aceptarla y en el trabajo delegar, porque si enfermo ¿qué? ¿cierro?”
  3. Hay que estar bien asesorado, en contabilidad, con abogados y comunicarse con los clientes con medios sociales.
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