Letras: Cuando el sillón se enamoró de la silla

El absurdo nos permite darnos cuenta de lleno que género y sexo no son la misma cosa

El sillón se enamoró de la silla. ¿Por qué no? ¿Acaso sillón no tiene género masculino y silla género femenino? ¿Y no pertenecen ambos a la misma categoría, de asientos? Entonces si los sexos opuestos se atraen ¿qué tiene de raro que esta atracción se ejerza entre seres complementarios?

El absurdo nos permite darnos cuenta de lleno que género y sexo no son la misma cosa. Es cierto que en los seres sexuados género y sexo coinciden: varón, muchacho, caballo son términos masculinos y mujer, muchacha y yegua son femeninos. Pero en español, todos los sustantivos son de género masculino o femenino, aunque no tengan nada que ver con la sexualidad. El género es una categoría gramatical y el sexo una categoría biológica.

En síntesis, en español no hay sustantivos neutros, como en otros idiomas, y solo se dan unos pocos términos neutros pero no entre los sustantivos: lo, esto, algo. ¿Entonces qué función cumple esa categoría gramatical que es el género, ya que no marca necesariamente una diferencia biológica? Los gramáticos explican que la propiedad principal del género es marcar la concordancia entre el sustantivo y otras clases de palabras con la que se combina: el libro, la ducha, nuestro amigo, lo bueno, aquella temporada.

Un problema del género _especialmente para los estudiantes extranjeros_ es que no se manifiesta necesariamente por marcas formales. Es cierto que muchos sustantivos masculinos terminan en –o (el mozo, el libro, el horno) y muchos sustantivos femeninos terminan en –a (la plaza, la música, la alberca). Pero también tenemos la mano y el fantasma, entre otras, que contravienen esa relación.

Y si género no es sexo, ¿qué ocurre con expresiones que se refieren a problemas profundos como ‘discriminación de género’ y ‘violencia de género’? ¿Corresponde cambiar género por sexo? El Diccionario Panhispánico de Dudas, una de las obras de la Asociación de Academias de la Lengua (ASALE), aclara que “dentro del ámbito específico de los estudios sociológicos, esta distinción puede resultar útil e, incluso necesaria”, o sea, que admite que se empleen de ese modo. Pero advierte que es inadmisible el término género sin este sentido técnico preciso como si fuera sinónimo de sexo.

Jorge Ignacio Covarrubias es secretario general de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE)

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