Activistas prometen llevar su furia a las urnas si el Senado confirma a Kavanaugh

Pese a las fuertes presiones de víctimas de violencia y activistas, los republicanos se encaminan a confirmar a Kavanaugh mañana sábado

WASHINGTON— El presidente Donald Trump acusó este viernes a activistas en contra del juez conservador, Brett Kavanaugh, de ser “profesionales pagados” por la izquierda para descarrilar su confirmación en el Tribunal Supremo, pero éstas replicaron que recordarán el voto en las urnas el mes próximo.

Decenas de activistas colmaron una galería del pleno del Senado coreando consignas contra Kavanaugh, y rogaron a la senadora republicana de Maine, Susan Collins, que rechace su confirmación.

“Vote no! Apoye a las mujeres de Maine!”, gritaban los manifestantes, quienes recibieron advertencias de su posible desalojo si continuaban la protesta.

Pero Collins, quien figura en el puñado de senadores clave para la confirmación de Kavanaugh mañana sábado, condenó la politización del asunto, defendió enérgicamente al juez y afirmó que votará por él porque, a su juicio, merece “la presunción de inocencia”.

El senador demócrata por Virginia Occidental, Joe Manchin, quien afronta una lucha cuesta arriba para su reelección, también dijo que votará por Kavanaugh, lo que generó la ira de su bancada y de activistas.

Horas antes, activistas de una coalición de grupos progresistas realizaron protestas afuera del Capitolio para condenar los ataques de Trump contra víctimas de violencia de género, y prometieron llevar su furia a las urnas en los comicios legislativos de medio término el próximo 6 de noviembre.

Los comicios definirán el control del Congreso y, por ende, el futuro de la agenda política de Trump y sus aliados conservadores.

Aunque ha habido protestas a favor de Kavanaugh, éstas palidecen frente a las de los activistas anti-Kavanaugh, que también han saturado los teléfonos del Capitolio, y las redes sociales, con mensajes en contra de su confirmación.

“Nuestras voces son más fuertes que la de él (Trump)… Kavanaugh no merece estar en la Corte Suprema”, dijo Lia Parada, directora de asuntos gubernamentales del Centro para el Progreso Estadounidense (CAP), al advertir que la lucha final se definirá en noviembre.

Antes del voto, Trump afirmó hoy en Twitter que los manifestantes que han perseguido a senadores republicanos en ascensores y pasillos “son profesionales pagados que solo buscan que los senadores queden mal”, poniendo en duda que sean protestas orgánicas.

Maria Gallagher, una activista que confrontó al senador republicano por Arizona, Jeff Flake, la semana pasada,  instó a éste y a las senadores republicanas, Collins y Lisa Murkowski, a que rechacen a Kavanaugh como prueba de que sí están escuchando las voces de víctimas.

Ana María Archila, co-directora ejecutiva del grupo “Center for Popular Democracy Action”, también confrontó a Flake junto con Gallagher, y dijo a la cadena MSNBC que esta lucha es por las mujeres y víctimas de abuso sexual que, como ella, “comparten sus historias” y se sienten empoderadas para mejorar.

Tras ese enfrentamiento, Flake pidió una pausa en el proceso de confirmación hasta que la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) realizara una investigación suplementaria sobre las acusaciones contra Kavanaugh.

Satisfecho con el informe del FBI, Flake afirmó, junto a otros republicanos, que el documento no arrojó nada nuevo ni pruebas que sustentaran la acusación de Ford. Flake apoyó una medida para proceder al voto final mañana, y ha dicho que respaldará a Kavanaugh.

Otros senadores republicanos, como Mitch McConnell, Chuck Grassley y Orrin Hatch,  también buscaron desacreditar a activistas que, a su juicio, quieren interferir con la labor del Senado.

El senador demócrata por Nueva Jersey,  Bob Menéndez, condenó que Trump criticara las protestas, tomando en cuenta que éste había dicho que la primera acusadora de Kavanaugh, la doctora Christine Blasey Ford, tenía un testimonio “creíble” y debía ser escuchada.

Según Menéndez, los ataques de Trump envían un mensaje de desprecio a mujeres que han sufrido y sobrevivido violaciones, y esencialmente les dice que “sus voces no cuentan”.

Trump nombró a Kavanaugh para el puesto vitalicio en el Tribunal Supremo en julio pasado, en reemplazo del juez Anthony Kennedy, quien se jubiló ese mes.

Kavanaugh, de 53 años, prácticamente tenía asegurada la confirmación en el Senado, bajo control republicano, hasta que surgieron las acusaciones de Ford, de que éste intentó violarla durante una fiesta en 1982, cuando ambos cursaban la secundaria. Posteriormente, otras dos mujeres, Deborah Ramírez y Julie Swetnick, también acusaron a Kavanaugh de conducta sexual indebida cuando cursó sus estudios de secundaria o en la Universidad Yale.

Tanto las acusaciones como la férrea defensa de Kavanaugh por parte de Trump y los republicanos han movilizado a grupos a favor y en contra de la confirmación del juez, pero las víctimas de violencia sexual y activistas de grupos partidarios han ganado un creciente apoyo entre la opinión pública.

El juez publicó el jueves una columna de opinión en el diario “The Wall Street Journal”,  como especie de “mea culpa” por sus furibundas respuestas ante el Comité Judicial del Senado la semana pasada, donde culpó a los demócratas de conspirar con los Clinton y la izquierda para torpedear su confirmación.

Pero Kavanaugh afronta la oposición de una vasta coalición de iglesias cristianas, grupos de abogados y organizaciones defensoras de las mujeres, mientras las protestas en su contra se han multiplicado desde la semana pasada.

Al menos un centenar de activistas fueron arrestados ayer en uno de los edificios del Senado, y las protestas continuarán mañana.

En esta nota

Brett Kavanaugh Donald Trump EEUU Senado Tribunal Supremo
Contenido Patrocinado
Enlaces patrocinados por Outbrain