Se tragó una babosa de jardín y el desenlace fue fatal
Durante ocho años sufrió las consecuencias de aceptar un reto entre amigos
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Los insectos de jardín pueden estar contaminados con parásitos. Crédito: Unsplash
Sam Ballard, un joven de 19 años, se encontraba bebiendo con amigos en un jardín, cuando vieron una babosa pasar por ahí. Los chicos comenzaron a juguetear con la posibilidad de comerla y quién se atrevería. Sam se atrevió: se tragó al insecto ante la admiración de sus amigos. Poco después, lo que parecía un inocente reto de adolescentes ebrios, se convirtió en una pesadilla.
A esta escena, que ocurrió en 2010, le siguió un fuerte dolor de piernas que Sam relacionó de inmediato con su atrevimiento. Los médicos confirmaron su sospecha: al tragar a la babosa, el joven australiano también se tragó un gusano pulmonar de rata que vivía en ella, con lo que contrajo angiostrongiliasis, una enfermedad que afecta al cerebro y la médula espinal.
La angiostrongiliasis puede contraerse al comer caracoles crudos, poco cocidos -un platillo exótico en algunas cocinas del mundo-, o babosas infectadas por comer excremento de rata. En la mayoría de los casos es asintomática, pero en otros provoca dolores de cabeza, fiebre, vómitos, dolores musculares y rigidez en el cuello.
Usualmente, la infección por gusano de rata pulmonar no requiere tratamiento y se cura por sí misma, pero lo de Sam se convirtió en meningoencefalitis eosinofílica, un tipo de meningitis grave. Estuvo en coma durante un año y esto, a su vez, le provocó una lesión cerebral.
A pesar de los esfuerzos de su familia y sus médicos, la enfermedad continuó su curso con un desenlace trágico: Sam Ballard, prometedor jugador de rugby, murió a los 27 años el pasado 2 de noviembre debido a las complicaciones de la enfermedad.